La ilusión de que el Arte nunca se va a acabar

A pesar de todo, aún cuando la muerte del mega relato del Arte sea otra crónica de una muerte anunciada, el Sistema lo negará por completo. La muerte del Progreso que ayuda a ver Lyotard ha sido sistemáticamente ocultada. La muerte del Hombre que anunció Foucault ha sido sistemáticamente excluida de las instancias de pensamiento. De igual manera, la muerte del Arte es sistemáticamente ignorada por el Sistema y sus redes de comunicación. Sólo circula como un eslogan más para otra camiseta a la venta. Pero obviamente, el Sistema se abstiene de poner en discusión, de poner en juego en la construcción de valores comunes las consecuencias de todo el proceso irreversible que se vive globalmente en el planeta. Lo que desaparece, lo que llega a su fin, lo que muere son las condiciones de posibilidad mismas de que el Arte como mega relato pueda seguir existiendo: el Arte ya no irradia poderes que no se encuentren en otras esferas de la sociedad. El mundo del Arte lo seguirá negando, y seguirá simulando la existencia del Arte, es lo que ya está haciendo. Muchos pensadores se olvidaron de pensar el arte más allá del mundo del Arte en sí mismo, ante la evidencia de que las instituciones del mundo del Arte alrededor de los cinco continentes siguen permaneciendo estables, e incluso pujantes. Pero es que el mundo del Arte puede seguir adelante mucho tiempo más, con sus instituciones generando rentabilidad, engrasando eficientemente la máquina de hacer dinero, ganar éxito por muchos años aún, y eso no va a probar más que el Arte es un dispositivo capitalista, como hasta los mismos defensores y los deudos del mundo del Arte lo saben. La autonomía del Arte desembocó en lo que Baudrillard llama la autonomía total del mercado del Arte, el momento en el que el mercado se separa por completo de cualquier economía real del valor, hasta convertirse en una suerte de execrencia fantástica. Baudrillard, el pensador más radical de la estetización generalizada y de la muerte del Arte, muestra que en eso consiste lo que él llama el complot del Arte: el mundo del Arte se formó con sus propias reglas de juego hasta llegar a ese estado de libertad absoluta que celebra Danto cuando recuerda que ahora el Arte no tiene reglas. El Arte es un dispositivo con muchas ventajas en el Sistema, es uno de sus niños mimados. El Arte juega con sus propias reglas, el Arte juega como él quiere, hasta el punto de crear un mercado que flota en el aire inflado de especulación, sin la más mínima necesidad de responder a algún tipo de demanda o de necesidad social. Ese es el complot del Arte: juega su propio juego. El mundo del Arte es una República Independiente que no representa nada ni nadie excepto sus propios intereses.

Es tan soberbio el Arte en su estatus superior, es tanta su embriaguez como mega relato que el mundo del Arte actúa tal como si el Arte no se fuera a acabar nunca. Como si el Arte fuera eterno. Como si el Arte fuera una naturaleza humana, olvidando que el Arte es una construcción histórica. El Arte es un relato imperial. De hecho cumple con las condiciones básicas que definen un imperio, siguiendo a Hardt y Negri. El Arte cumple la condición espacial del Imperio: el Arte no tiene límites espaciales, el Arte no tiene fronteras (ni siquiera las del planeta Tierra, con la puesta en órbita de expresiones humanas en satélites patrullando el espacio exterior de la galaxia). Y el Arte también cumple la condición temporal del Imperio: el Arte no tiene lindes temporales, el Arte no se va a acabar. Como los imperios, el Arte suspende la Historia, fija un estado ideal para toda la eternidad. El Arte como un valor universal y trascendental, el Arte como dominio global eterno. La ilusión totalitaria del mundo del Arte, aún a pesar de la conciencia de la propia historicidad de sus instituciones y del concepto de Arte, es que ¡el Arte no se va a acabar nunca! El Arte estaría ya por fuera de la Historia, sería para siempre, viviría eternamente. Tanta es la soberbia del Arte, y tan imperial es su discurso que el filósofo del mundo del Arte, Arthur Danto, se anticipa más de una década a Francis Fukuyama y su tesis de El Fin de la Historia y el último hombre, cuando en La transfiguración del lugar común confiesa que le gustaría creer que las posibilidades de otras revoluciones en la concepción del Arte están eficazmente cerradas y que la Historia del Arte ha llegado, en cierto modo, a su fin. El sistema de vida capitalista de la Globalización constituye ese final de la Historia de La Humanidad, y el Hombre capitalista sería el último de los hombres, igual que el mundo del Arte y sus reglas son la realización máxima de la vida del arte en la sociedad. La Historia se suspendería con el Imperio de La Humanidad, el Imperio del capital. No habría ya nada mejor, no tendríamos más a dónde ir: no existiría un mejor sistema de vida que el nuestro, el de las Democracias Capitalistas, el de las artes humanas administradas por el mundo del Arte. Es la ilusión del fin de la que habla Baudrillard: la ilusión de que el fin ya ha tenido lugar. El fin de la historia ya habría acontecido, y el momento histórico en el que estamos, el sistema de vida del que hacemos parte, se reproduciría de aquí en adelante, por siempre. Igualmente, Danto escribe toda su filosofía del Arte bajo esa misma ilusión: la ilusión de que ya estamos aquí Después del fin del Arte, y que el Arte podrá seguir cambiando de concepciones pero seguirá existiendo, por siempre, y nunca acabará. Un lustro después de la sentencia imperial de Fukuyama acerca de la Historia, Danto se reafirma en lo que él mismo llama su profecía del presente: estamos viviendo el estado final del Arte, la conclusión de un proceso histórico, y no el paso en un camino hacia un futuro todavía insoñable. Esa es la visión que ofrece Danto para el nuevo milenio.

Pero realmente, el comienzo del siglo XXI constituye un umbral hacia un nuevo horizonte histórico y un intersticio entre dos grandes eras. El más allá puede vivirse aquí y ahora, pero esto apenas comienza. Es un nuevo día plenamente lo que comienza a amanecer tras el crepúsculo. Los acontecimientos seguirán explotando, los ciclos se seguirán abriendo y cerrando, las cosas y las vidas seguirán naciendo y muriendo para volver a nacer de nuevo, como otra historia, a pesar de que el Sistema seguirá simulando que no pasa nada, que nuestra civilización y nuestra forma de vida capitalista sigue su curso eterno. Los que hablaron del fin de la Historia y del fin del Arte cerrándose el siglo XX ya no pueden dar cuenta de lo que acontece subyacentemente en el siglo XXI. El problema de una perspectiva sistémica del pensamiento así no es que la Historia o que el Arte lleguen a un fin, sino que desde ella realmente el fin ya no es posible. Como dice Baudrillard acerca de ese pensamiento, el problema es que no es capaz de contemplar su propia finalidad ni de soñar su propio fin. El mundo del Arte no es capaz de concebir el fin de sí mismo porque no es capaz de contemplar el fin del mega relato del Arte. No es capaz de soñar que otra historia sin el Arte como valor superior puede vivirse. Quizás, porque todos somos parte del Sistema es que resulta tan difícil llegar a imaginarse que pueden vivirse otros modos de vida. Quienes creen que la vida humana llegó a su estado definitivo, a su mejor forma de vida posible, posiblemente aún conservan una visión lineal y única de la multiplicidad de historias vividas simultáneamente, una visión de las historias sintetizadas en una sola Historia Universal. Hoy más que nunca hace falta volver a contemplar la naturaleza cíclica de las historias: todo muere y algo más nace a la vez. El mundo del Arte seguirá adelante, simulando la ilusión de que durará por siempre, aún cuando adentro del propio mundo del Arte todos saben que la ilusión del Arte murió hace mucho ya. Pero es que los horizontes de nuevas posibilidades vitales no van a provenir del mundo del Arte, ellos ya tienen suficiente con esforzarse en aparentar que el Arte sigue vivo. Los horizontes de nuevas posibilidades vitales realmente se encuentran afuera del Arte, afuera del mundo del Arte, en toda la multiplicidad de artes del siglo XXI que fluye y circula en los circuitos de las culturas glocales y en la vida cotidiana de las culturas globalizadas alrededor del planeta.

El crepúsculo del Arte no es más que el preámbulo del amanecer de un nuevo horizonte de posibilidades abiertas para el uso de las artes, por parte ya de cualquiera: otra concepción y otra afección por el arte y otras maneras de tejer la vida social a partir de sus puestas en práctica y sus puestas en común. La muerte del mega relato del Arte en el siglo XXI es el renacimiento de la concepción y el uso del arte de las sociedades premodernas alrededor del planeta. A pesar de que las nuevas tecnologías de la información hacen de este proceso histórico un pasaje inédito en todas las historias de los seres humanos sobre la Tierra, todo constituye un retorno cósmico a los tiempos más ancestrales. Tal vez por eso Baudrillard vio la historia contemporánea como una cuenta hacia atrás, regresiva. El primer álbum de Bodhisattva 13:20 se titula Excursions Through Ancient Future, dando fe de las posibilidades de este nuevo eterno retorno que viene para la vida social más allá del 2012. El uso de nuevas tecnologías para crear y tocar música que nos haga entrar en trance de la misma forma que lo hacían nuestros ancestros más primitivos es apenas la punta del iceberg de lo que emerge. Las muertes del Arte en el siglo XIX y en el Siglo XX, de las que hablan Hegel y Danto, son apenas pequeñas muertes que hacen parte de un proceso lineal en marcha que llega hasta el siglo XXI, el proceso histórico de la independencia absoluta de las actividades artísticas que impulsa el campo del Arte en busca de autonomía. La Historia lineal de Hegel se pliega sobre sí misma, a la manera del eterno retorno de Nietzsche y así, se cierra el ciclo del Arte como mega relato, el Arte como sustantivo, y se abre un nuevo ciclo, ciclo inédito pero a la vez retorno a los orígenes, los orígenes del arte: el arte como una fuerza, el arte como práctica, el arte como acción, el arte como verbo y no como sustantivo. El gran ciclo histórico por cerrarse en el siglo XXI, tras quinientos años de continua formación, es el ciclo del Arte como un mega relato encumbrado de la vida moderna. El gran ciclo histórico que se abre es el del retorno al arte como una manera de intentar las cosas, de intentar cualquier cosa, una manera de hacer y de emprender nuestros intentos de la vida diaria. El arte como parte integral de la vida diaria: las posibilidades de desarrollar un arte a partir de cualquier práctica. La serpiente del Espíritu de la Historia del Arte se muerde la cola y se forma un círculo. Un círculo con el que se deshace la Historia del Arte y el Arte como relato, abriendo otras historias y desencadenando otros espíritus. Como la serpiente enroscada en espiral del kundalini dormido, todo se duerme para despertar de nuevo, todo se pliega para volverse a desplegar. En ese momento, el flashback llegó otra vez.




Enlaces


Child of Eden – Prueba del juego por Tetsuya Mizuguchi: http://uk.xbox360.ign.com/articles/109/1098711p1.html

Child of Eden – Trailer oficial y entrevista a Tetsuya Mizuguchi: http://child-of-eden.us.ubi.com


Cristopher Lee Martin: http://christopherleemartin.com

Liquid Mind / Mentalism. Psycircle compilations: http://psycircle.com/site/content/conjugations



Jean Baudrillard, El complot del Arte:




Bibliografía


Acerca del fin del Arte y el fin de las meta narrativas en el mundo del Arte:
Arthur Danto, Después del fin del arte. El arte contemporáneo y el linde de la historia. Paidós. Barcelona, 1999.
__________, La transfiguración del lugar común. Una filosofía del arte. Paidós Estética. Barcelona, 2002.
__________, The Philosophical Disenfranchisement of Art. Columbia University Press. 1986.
Berel Lang (Ed.), The Death of Art. Haven Publishers. New York, 1984.

Acerca del fin de la Historia del Arte:
Hans Belting, The End of the History of Art. University of Chicago Press. Chicago, 1987.

Acerca de la muerte del Arte en el siglo XIX y la Historia como meta narrativa:
G.W.F. Hegel, La fenomenología del espíritu. Madrid, 2010.

Acerca de la estetización generalizada y el fin del arte como hecho específico:
Jean Baudrillard, Transparency of evil. Verso, London, 1993.
_____________, El complot del arte. Amorrortu. Buenos Aires, 2006.
Gilles Lipovetsky, La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Anagrama, Barcelona, 1986.
Jean Francois Lyotard, Moralidades posmodernas. Taurus, Madrid, 1998.
Gianni Vattimo, Muerte o Crepúsculo del Arte. En El Fin de la Modernidad. Nihilismo y hermeneútica en la Cultura Posmoderna. Gedisa. Barcelona, 1996.

Acerca del fin de la modernidad desde una persepctiva hermenéutica nihilista:
Gianni Vattimo, El Fin de la Modernidad. Nihilismo y hermeneútica en la Cultura Posmoderna. Gedisa. Barcelona, 1996.

Acerca del fin de la Historia:
Jean Baudrillard, La ilusión del fin. Anagrama. Barcelona, 1993.
____________, La ilusión vital. Siglo XXI. Madrid 2002.
Francis Fukuyama, El fin de la Historia y el último hombre. Editorial Planeta. Buenos Aires, 1992.

Acerca del fin de las meta narrativas y la condición posmoderna de las sociedades globalizadas:
Jean Francois Lyotard, La condición posmoderna. Informe sobre el saber. Cátedra, Madrid, 1992.
__________________, La posmodernidad (explicada a los niños). Gedisa. Barcelona, 1999.

Acerca del presente perpetuo en tiempos de globalización:
Fredric Jameson, Teoría de la posmodernidad. Trotta, Madrid, 1998.
_____________, Las semillas del tiempo. Trotta, Madrid, 2000.

Acerca del Imperio Global del sistema de vida capitalista:
Michael Hardt / Antonio Negri, Imperio. Desde abajo, Bogotá, 2001.

Acerca del desencantamiento del mundo:
Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Alianza. Madrid, 2002.

Acerca del reencantamiento del mundo:
Morris Berman, El reencantamiento del mundo. Editorial Cuatro Vientos. Santiago de Chile, 2004.

Acerca de lo bello y lo sublime desde la Estética como disciplina:
Immanuel Kant, Crítica del juicio. Espasa-Calpe. Madrid, 1999.

Acerca de lo sublime en el Arte y el arte más allá de lo sublime:
Jean Francois Lyotard, The Sublime and the Avant-Garde y After the Sublime, the State of Aesthetics. En The Inhuman. Stanford, Oxford, 1988.

Acerca de las formas y las fuerzas:
Gilles Deleuze, Foucault. Paidos, Barcelona, 1987.
Fritjof Capra, The tao of physics: An Exploration of the Parallels between Modern Physics and Eastern Mysticism. Shambhala Publications. 2000.

Acerca de la serpiente dormida del kundalini y el cuerpo sutil etérico (suksma-sarira):
Ajit Mookerjee, Kundalini. The arousal of the inner energy. Thames & Hudson. London, 2005.

Acerca de lo tonal y lo nagual (lo físico y lo microfísico):
Carlos Castaneda, Una realidad aparte. Fondo de Cultura Económica. México, 1971.
______________, Relatos de poder. Fondo de Cultura Económica. México, 1976.

Acerca del conocimiento de lo desconocido:
Carlos Castaneda, El fuego interno. Gaia. Madrid, 1997.
______________, El conocimiento silencioso, Emece. Buenos Aires, 1996.

Acerca del nacimiento y la muerte del hombre:
Michel Foucault, Las palabras y las cosas. Siglo XXI, México, 1998.

Acerca de la microfísica del poder:
Michel Foucault, Vigilar y castigar. Siglo XXI, México, 1978.
_____________, Historia de la sexualidad volumen I: La voluntad de saber. Siglo XXI, México, 1979.
_____________, Microfísica del poder. La Piqueta. Madrid, 1993.

Acerca de la micropolítica del deseo, los isomorfismos y el constructivismo vitalista:
Gilles Deleuze / Félix Guattari, Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos, Valencia, 1992.

“El capitalismo lleva en sí mismo los gérmenes de su propia destrucción”, en:
Karl Marx, El dieciocho brumario de Luis Bonaparte. Alianza Editorial. Madrid, 2002.







La vida paralela a la muerte del Arte








Una vez corroborado que tanto el poder de bello como de lo sublime cada vez dependen menos del mundo del Arte para ser experimentados, cabría preguntarse entonces si este mega relato del Arte que ayuda a mantener cohesionado el supremo relato del siglo XXI, el mega relato de la Globalización, no se encuentra agotado desde el comienzo. Como dice Jean Baudrillard, la realidad del Arte, al igual que la de los otros grandes relatos, consiste en una realidad simulada. Toda la gloria sublime, toda la trascendencia del Arte no sigue viva en el siglo XXI más que como un simulacro. Se simula la trascendencia del Arte, viviendo de su Historia, aunque la realidad del Arte contemporáneo sea banal. Se simula el Arte como un ámbito superior de la vida social, aún cuando las producciones de la cultura ordinaria a veces superan sus poderes con creces. Simula el Arte aún ser sublime, viviendo de su pasado, aunque las experiencias del Arte contemporáneo difícilmente hacen sentir algo. El Arte no hace otra cosa más, dice Baudrillard, que encarnizarse sobre su propio cadáver. El Arte, tal como nació en la vida moderna, el momento histórico en que el arte se convierte en el Arte, en una experiencia superior especializada, sobrevive como zombi en tiempos de globalización: como un muerto en vida. Peor aún, ¡como un zombi caníbal! El Arte murió hace mucho tiempo, todos lo saben ya. Pero, ¿qué fue exactamente lo que murió? Belting habla de El Fin de la Historia del Arte, mientras Danto habla de El fin del Arte, inspirado en Hegel pero readaptado al final del milenio. Belting sostiene que la Historia del Arte se vuelve imposible en una época en la que ya no hay más progresos en el Arte, como en la era contemporánea. Del mismo modo que no existía el Arte ni los artistas, tampoco existía la Historia del Arte antes de la era moderna y en tiempos de globalización esa Historia se suspende, llegando a su fin la historia lineal progresiva de los grandes Genios Artistas, que iría, bien estirada, desde Giotto hasta Andy Warhol, al menos la de los Grandes Pintores. El fin de la Historia del Arte resuena absolutamente con El Fin del Arte que diagnostica Danto, en tanto lo que llega a su fin, según postula, son las narrativas maestras en el Arte. Precisamente, Danto habla de la realidad contemporánea como una realidad posthistórica, tan abiertamente plural, que ya resultan imposibles los mandatorios y los imperativos histórico-artísticos. No es que se deje de hacer arte, aclara Danto, sino que deja de hacerse arte a partir de imperativos a priori que determinen lo que es verdad en el arte.

No obstante, nada dicen los diagnósticos de Belting o de Danto acerca de las formas en que se transforman las sociedades globalizadas en medio de aquellas transformaciones que vive el mundo del Arte, ni de cómo las transformaciones de la sociedad en su conjunto conforman las condiciones de posibilidad de los propios cambios al interior de campo del Arte. Es justamente la voluntad de no exceder las fronteras de su disciplina, la Estética, de limitarse a pensar el estado interno del Arte dentro de su mundo autónomo y oficial, el mundo del Arte, lo que no permite ver la actualidad de los acontecimientos que se abren para la vida humana en el nuevo milenio. Más audaz fue la mirada de Gianni Vattimo, quien habló de la Muerte o Crepúsculo del Arte, no sólo simultáneamente que Belting y Danto, sino más allá de las fronteras disciplinarias que la Estética intenta establecer en tanto filosofía especializada del arte. Vattimo precisamente habla del fin de esa especialidad atribuida al Arte, del fin de esa especificidad delegada al campo del Arte bajo la racionalidad moderna. Según Vattimo, el arte ya no existe como fenómeno específico debido a la estetización general de la existencia de las sociedades contemporáneas, formadas a partir de las avalanchas de imágenes puestas en circulación por los medios de comunicación. Esa muerte del arte como consecuencia de la estetización generalizada significa dos cosas, dice Vattimo: en un sentido utópico, el fin del arte como hecho específico y separado del resto de la existencia en una experiencia rescatada y reintegrada, y en un sentido real, la estetización como extensión del dominio de los medios de comunicación de masas. La muerte del arte para Vattimo es sólo parte de un macro proceso histórico de las sociedades contemporáneas, según él, más importante: la muerte de la metafísica. Toda metafísica está ya superada una vez se ha alcanzado el Fin de la Modernidad, según sus propios términos. Para Vattimo el fin de la Modernidad está definido por la muerte del arte.

Poco después de anunciar el fin del arte Danto admite que la expresión es incendiaria y que dicha imagen puede resultar exagerada. Viviendo en tiempos de estetización generalizada, todo lo contrario: su visión se queda corta, su aproximación resulta reducida; se moja tibiamente apenas. La realidad es un incendio fuera de control en el intangible sistema de valores del relato de la Globalización, un incendio mucho mayor que el del fuego de la libertad que se vive cuando los artistas se libraron de la carga de la historia y se hacen libres para hacer arte en cualquier sentido que desearan, por cualquier propósito que desearan, o sin ningún propósito, como afirma Danto. Se incendian las fundaciones mismas del mundo del Arte, pero eso lo ha sabido siempre su aparato institucional. Todos saben que las llamas nunca se apagaron desde ese día en que Marcel Duchamp puso una bomba en el sistema del Arte escondida bajo la forma de un orinal al que se le llamó Fuente. Al menos desde 1917 las instituciones del Arte se encuentran quemadas por los bombardeos de las guerrillas de las vanguardias artísticas, aunque eso no ha impedido la perfecta simulación de sus fachadas y del resto de las condiciones de su estado en el siglo XXI. La máquina de hacer dinero del mundo del Arte funciona a las mil maravillas. Lo que se quema ya hasta las cenizas es la fe en el Arte como mega relato, y más aún, como relato emancipador por naturaleza. Como logra ver Vattimo, la utopía metafísica del Arte como emancipación se ha terminado por convertir en una extensión del proceso de dominación que se emprende una vez se pone en marcha el despliegue del sistema capitalista. Pero en medio de esas cenizas nace la vida de nuevo, aunque quizás la hermenéutica nihilista de Vattimo no proporciona una visión que resulte suficiente para ver toda la realidad microscópica que subyace en medio de los procesos históricos macrovisibles. El libro La Muerte del Arte que edita Berel Lang, en el que se incluye el texto de El Fin del Arte de Danto, aparece en 1984, el mismo año de la gran distopía imaginada por George Orwell. Danto cree muy poco en el dominio sistemático pintado por Orwell, de pronto Vattimo se lo creyó todo entero. El filósofo analítico americano pierde visión por su poca fe en la ciencia ficción. El hermeneuta italiano, en cambio, la pierde por su exceso de fe en el nihilismo.

En medio del incendio de las estructuras y de los valores del orden simulado del sistema de vida global surge la vida. El fuego destruye para purificar y a la vez introduce las fuerzas para que la vida se desarrolle de nuevo. Después del fin del Arte como mega relato otra aproximación y otros usos de las artes emergen inéditos. La realidad vivida en la cotidianidad de las primeras décadas del siglo XXI lo confirma. Decía Gilles Deleuze que nunca había creído realmente en la muerte de la metafísica, y una cantidad ilimitada de artes en el nuevo milenio parece acordar con él en ese aspecto. Lo que la filosofía constructivista contemporánea concibe es una perspectiva microfísica de las fuerzas, porque es a través de ella que llegamos a ver la realidad más allá de lo visible, el territorio natural de la metafísica, el nombre occidental que desde la Antigua Grecia se utiliza para pensar lo que va más allá de la razón. Como Aristóteles sostiene, la metafísica es la primera filosofía. Porque el conocimiento ancestral, del que parte la filosofía griega antes de llegar a plantear su propia perspectiva occidental, viene de Oriente, en donde no hay manera de entender la realidad sin ver más allá de las realidades físicas. Es la perspectiva que presenta el Budismo, el mayor flujo de influencia en el pensamiento de los siglos anteriores al desarrollo del idealismo platónico, aunque remontándose a la prehistoria, al conocimiento seminal, antes de las primeras escrituras, de los Vedas, está el Tantra como fuente originaria de pensamiento de todos los cuerpos sutiles, microfísicos, que componen la vida atravesando su existencia física, justo lo que la física cuántica ha llegado a comprobar en sus teorías de las partícula subatómicas. Es, de hecho, la microfísica que se desarrolla a partir de la teoría de la relatividad y la física cuántica la visión con la cual Michel Foucault desarrolla su microfísica de las relaciones de poder, y son por cierto esos cuerpos sutiles tántricos de los que hablan Deleuze y Guattari al pensar los cuerpos sin órganos, las subjetivaciones sin sujeto, los puros circuito de intensidades. La microfísica del poder no sólo posibilita la micropolítica a partir de la cual se puede llegar a pensar integralmente las sociedades, la integridad material de las relaciones de poder, sino que además deja abierta la dimensión para lo que Carlos Castaneda llama lo desconocido. Es el mundo de las fuerzas, de lo “Nagual” según la tradición milenaria de los chamanes de lo que hoy es México, el conocimiento a partir del cual Deleuze y Guattari aprenden a pensar lo informe, el mismo mundo de las fuerzas del que habla el Tantra cuando piensa el kundalini shakti o el Tao cuando piensa el chi, el yin o el yang. La dimensión existencial de las fuerzas no es una creencia trascendental, es la realidad material que se encarna en todas las formas existentes. Las fuerzas son una realidad inmanente en la vida. La metafísica se desprende en el siglo XXI de cualquier tipo de explicaciones a partir de universales o trascendentales desde el constructivismo no humanista de la filosofía francesa post mayo del 68, tomando de este acontecimiento sus potencias subversivas y revolucionarias, para transformarse en microfísica de las relaciones de poder en las sociedades globalizadas.

Un constructivismo vitalista como el de Deleuze y Guattari deja ver mucho más allá de lo evidente que la hermenéutica nihilista de Vattimo o que la reflexión analítica de Danto. Deja ver que las Megacities de Cristopher Lee Martin son isomorfismos de algunos escenarios de Child of Eden de Tetsuya Mizuguchi, sobre todo en los que se construyen y se deconstruyen las esferas, los planetas prismáticos en componentes cúbicos e hipercúbicos visualizando bits como ladrillos. Dejar de pensar en términos de metáforas y usar mejor isomorfismos, como ellos nos enseñan, ayuda a ver, por ejemplo, que muchas de esas fotografías abstractas no objetivas de Lee Martins que aparecen en su calendario del año 2010 pintan los mismos haces de luz en el espacio que la serie de frecuencias que manipula Bodhisattva 13:20 en el track Mysterious Stranger que suena en este preciso instante de la fiesta. O podríamos viajar más lejos, y ver cómo los Liquid Crystal Environments de Gustav Metzger plasman una transmutación de las intensidades en sustancias líquidas de la misma manera que acontece en los medioambientes sonoros del psy trance líquido compilado en el disco Mentalism, y así, hasta el infinito, hasta donde nos lleva lo sublime aquí y ahora, trascendiendo sin trascendentales, tan sólo bailando al ritmo de la música. Tal vez lo que Vattimo no ve es que no hay por qué tener que escoger entre los dos horizontes qué el mismo ha ayudado a develar. La complejidad de la realidad social globalizada del siglo XXI indica que los dos horizontes se están viviendo simultáneamente: la muerte del Arte es la continuación de una serie de procesos históricos aprovechados por el sistema capitalista para desplegar su dominio, pero al mismo tiempo, también es el fin del arte como hecho específico y separado del resto de la existencia. La estetización general de la existencia, esa condición posmoderna de la sociedad contemporánea que Vattimo ayuda a ver, implica por su propia naturaleza, el fin del arte como hecho específico y separado del resto de la vida. Eso es lo que sucede cuando los chicos juegan frente a las pantallas en sus propias casas y cuando los jóvenes bailan al aire libre en las fiestas: las artes se experimentan como parte integral de la vida cotidiana y no como hechos específicos. Y sin embargo, es claro que las fiestas y los colectivos de psy trance sintonizados con la energía cósmica y con el despertar espiritual como habla Bodhisattva 13:20 constituyen apenas minorías en los gigantescos circuitos globales de música trance, porque las fiestas trance del mainstream, e incluso muchas fiestas de psy trance también, se producen únicamente como un medio rápido de lucro. Además, la magia de Tetsuya Mizuguchi no circula por el planeta solamente por buenas intenciones. A veces no caemos en cuenta, pero Child of Eden es un videojuego de X-Box 360, y esa consola es un producto de Microsoft. En el siglo XXI las experiencias místicas y sublimes ya no dependen de las religiones ni del Arte, pero empiezan a depender de las corporaciones. Es la época en que nuestra espiritualidad puede empezar a ser administrada por Microsoft. El slogan de Child of Eden, no podía ser otro, parece el de un gurú: Explora tus sentidos.

La más funcional de las contradicciones del Sistema se origina a partir de la estetización generalizada que despliega. A la vez aniquila el Arte como fenómeno específico y separado del resto de la vida social tanto como consolida los dispositivos de dominación del sistema de vida que propició esa separación de ámbitos específicos en las sociedades. Es una contradicción que le posibilita comenzar el siglo XXI con un mercado del Arte pujante, unas instituciones del mundo del Arte consolidadas y a la vez, un crecimiento del resto de los mercados a partir de sus nuevas relaciones con las artes gracias a las tecnologías digitales de expresión. Pero al mismo tiempo, a ciertas profundidades subterráneas y subyacentes, un proceso histórico revolucionario se ha ido gestando sin la guía de ningún proyecto, ningún programa, ningún manifiesto, ningún movimiento detrás dirigiéndolo. El Arte constituye un dispositivo y un mega relato fundamental del sistema de vida global. Pero ya que no existe más que simulado, la muerte del Arte debido a la estetización generalizada, conlleva a una potenciación de la vida diaria como territorio fértil para el desarrollo de una cantidad ilimitada de artes. Quién sabe. Tal vez Marx siempre tuvo razón: el capitalismo lleva en sí mismo los gérmenes de su propia destrucción. Cumple su ciclo, muere el Arte como mega relato, a la vez que renace de nuevo el arte como fuerza, el arte como afecto, el arte como costumbre de nuevo, el arte como algo próximo, como una parte integral de las vidas. Diez años después del diagnóstico de Vattimo las autopistas ciberespaciales de Internet se despliegan por el planeta. Veinte años después, las mayorías de las multitudes planetarias es usuaria de redes sociales virtuales, a través de las cuales circulan imágenes e información en proporciones nunca antes vistas. La época de la sociedad de masas es la del siglo XX. El siglo XXI abre la era de las redes sociales. Las utopías de experiencias rescatadas y reintegradas tal como las imaginaron las vanguardias artísticas no tuvieron lugar, pues el principal responsable de la integración de las vidas y la multiplicidad de sus experiencias es el propio Sistema. La Globalización es el proceso de integración de todas las relaciones planetarias en un único sistema de vida. La Globalización funciona a partir de cuatro valores básicos: integración, interdependencia, interconectividad y por último, un valor en el que está la clave de esa potenciación de la vida diaria como territorio fértil para el desarrollo de cantidades ilimitadas de artes: interactividad. Entramos en la era en la que todos devenimos potenciales creadores.

Rompiéndose las fronteras entre creadores y receptores el concepto de artista y del Arte como actividad específica tiene sus días contados. No importa cuánto tiempo permanezca en pie el mundo del Arte, no importa cuánto tiempo más se mantenga inflado el mercado del Arte. Esa otra realidad subyacente se abre paso, segundo a segundo, hasta romper las viejas hegemonías sostenidas a través de un sistema especializado, regulador y legitimador de las artes como Arte. Basta con salir de los circuitos del mundo del Arte, andar las calles y entrar a los mundos de los grupos, los colectivos y las individualidades que nos rodean para ver y sentir que en el siglo XXI la gente empieza a vivir más allá del mega relato del Arte. La fiesta de psy trance que Barrilonia ofrece a los transeúntes del centro de Barcelona no es más que el cierre explosivo de la jornada multimedia de artes compartidas que el centro social autogestionado ha programado. Las artes se sienten allí más vivas que nunca, y aún así, lo que se encarna y se manifiesta en las jornadas de puertas abiertas a los públicos no es esa experiencia estética que corresponde al mega relato del Arte propiamente, lo que se vive en la fiesta no son las experiencias elevadas del Arte ni de la Historia del Arte, ni del Arte como fenómeno específico o especializado. Allí las artes fluyen de un modo más natural, más espontáneo, más distribuido, más compartido, más accesible, mucho más interactivo, menos solemne, menos sistemático, menos comercial, menos legitimado y, por cierto, mucho menos autorizado. Más allá del mega relato del Arte. Estamos más allá del mega relato del Arte en el siglo XXI. Más allá, porque una realidad paralela a la del mundo del Arte que se esfuerza en salvaguardar el Arte como relato fundamental de la Civilización se desencadena y nada puede ya pararla. El proceso es imposible de detener, es irreversible. De la misma manera que las corporaciones capitalistas despliegan una voluntad de dominio al máximo, nuevos modos de vida con nuevas concepciones de mundo también se despliegan. Las corporaciones tratan de monopolizar hasta la espiritualidad de las mayorías, pero a la vez toda una vasta multiplicidad de minorías construye sus propios vehículos y sus propios territorios de espiritualidad. Incluso hasta el producto comercial de una corporación puede transformarse en vehículo de empoderamiento, todo depende de los usos y de las éticas con que guiemos nuestras acciones. Ese es el más allá del sistema de vida capitalista que existe como posibilidad real en el siglo XXI. Un más allá que se vive ahora mismo, no como futuro anunciado. Es una realidad palpable, aquí y ahora, como la fiesta, como la misma música electrónica líquida que suena, como los pies de la gente rebotando con las poderosas secciones rítmicas que nos conectan directamente con la Tierra.





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Child of Eden – Trailer oficial y entrevista a Tetsuya Mizuguchi: http://child-of-eden.us.ubi.com


Cristopher Lee Martin: http://christopherleemartin.com

Liquid Mind / Mentalism. Psycircle compilations: http://psycircle.com/site/content/conjugations



Jean Baudrillard, El complot del Arte:




Bibliografía


Acerca del fin del Arte y el fin de las meta narrativas en el mundo del Arte:
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__________, La transfiguración del lugar común. Una filosofía del arte. Paidós Estética. Barcelona, 2002.
__________, The Philosophical Disenfranchisement of Art. Columbia University Press. 1986.
Berel Lang (Ed.), The Death of Art. Haven Publishers. New York, 1984.

Acerca del fin de la Historia del Arte:
Hans Belting, The End of the History of Art. University of Chicago Press. Chicago, 1987.

Acerca de la muerte del Arte en el siglo XIX y la Historia como meta narrativa:
G.W.F. Hegel, La fenomenología del espíritu. Madrid, 2010.

Acerca de la estetización generalizada y el fin del arte como hecho específico:
Jean Baudrillard, Transparency of evil. Verso, London, 1993.
_____________, El complot del arte. Amorrortu. Buenos Aires, 2006.
Gilles Lipovetsky, La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Anagrama, Barcelona, 1986.
Jean Francois Lyotard, Moralidades posmodernas. Taurus, Madrid, 1998.
Gianni Vattimo, Muerte o Crepúsculo del Arte. En El Fin de la Modernidad. Nihilismo y hermeneútica en la Cultura Posmoderna. Gedisa. Barcelona, 1996.

Acerca del fin de la modernidad desde una persepctiva hermenéutica nihilista:
Gianni Vattimo, El Fin de la Modernidad. Nihilismo y hermeneútica en la Cultura Posmoderna. Gedisa. Barcelona, 1996.

Acerca del fin de la Historia:
Jean Baudrillard, La ilusión del fin. Anagrama. Barcelona, 1993.
____________, La ilusión vital. Siglo XXI. Madrid 2002.
Francis Fukuyama, El fin de la Historia y el último hombre. Editorial Planeta. Buenos Aires, 1992.

Acerca del fin de las meta narrativas y la condición posmoderna de las sociedades globalizadas:
Jean Francois Lyotard, La condición posmoderna. Informe sobre el saber. Cátedra, Madrid, 1992.
__________________, La posmodernidad (explicada a los niños). Gedisa. Barcelona, 1999.

Acerca del presente perpetuo en tiempos de globalización:
Fredric Jameson, Teoría de la posmodernidad. Trotta, Madrid, 1998.
_____________, Las semillas del tiempo. Trotta, Madrid, 2000.

Acerca del Imperio Global del sistema de vida capitalista:
Michael Hardt / Antonio Negri, Imperio. Desde abajo, Bogotá, 2001.

Acerca del desencantamiento del mundo:
Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Alianza. Madrid, 2002.

Acerca del reencantamiento del mundo:
Morris Berman, El reencantamiento del mundo. Editorial Cuatro Vientos. Santiago de Chile, 2004.

Acerca de lo bello y lo sublime desde la Estética como disciplina:
Immanuel Kant, Crítica del juicio. Espasa-Calpe. Madrid, 1999.

Acerca de lo sublime en el Arte y el arte más allá de lo sublime:
Jean Francois Lyotard, The Sublime and the Avant-Garde y After the Sublime, the State of Aesthetics. En The Inhuman. Stanford, Oxford, 1988.

Acerca de las formas y las fuerzas:
Gilles Deleuze, Foucault. Paidos, Barcelona, 1987.
Fritjof Capra, The tao of physics: An Exploration of the Parallels between Modern Physics and Eastern Mysticism. Shambhala Publications. 2000.

Acerca de la serpiente dormida del kundalini y el cuerpo sutil etérico (suksma-sarira):
Ajit Mookerjee, Kundalini. The arousal of the inner energy. Thames & Hudson. London, 2005.

Acerca de lo tonal y lo nagual (lo físico y lo microfísico):
Carlos Castaneda, Una realidad aparte. Fondo de Cultura Económica. México, 1971.
______________, Relatos de poder. Fondo de Cultura Económica. México, 1976.

Acerca del conocimiento de lo desconocido:
Carlos Castaneda, El fuego interno. Gaia. Madrid, 1997.
______________, El conocimiento silencioso, Emece. Buenos Aires, 1996.

Acerca del nacimiento y la muerte del hombre:
Michel Foucault, Las palabras y las cosas. Siglo XXI, México, 1998.

Acerca de la microfísica del poder:
Michel Foucault, Vigilar y castigar. Siglo XXI, México, 1978.
_____________, Historia de la sexualidad volumen I: La voluntad de saber. Siglo XXI, México, 1979.
_____________, Microfísica del poder. La Piqueta. Madrid, 1993.

Acerca de la micropolítica del deseo, los isomorfismos y el constructivismo vitalista:
Gilles Deleuze / Félix Guattari, Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos, Valencia, 1992.

“El capitalismo lleva en sí mismo los gérmenes de su propia destrucción”, en:
Karl Marx, El dieciocho brumario de Luis Bonaparte. Alianza Editorial. Madrid, 2002.









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