Los modos de vida del nuevo milenio no hablan de arte como el objeto Arte, no hablan del arte como un sustantivo porque no conciben ni sienten el arte como una cosa ni como una institución. Cuando hablan del arte de algo están indicando el ejercicio de una práctica cultivada. El arte es una cuestión de práctica, del verbo que se utilice en el cultivo de esa práctica. Los modos de vida del nuevo milenio vuelven a utilizar la palabra arte y vuelven a cargar de afecto la fuerza del arte del mismo modo que lo hicieron las tribus, los pueblos y las multitudes de sociedades premodernas alrededor del planeta, siglos atrás: como un aspecto absolutamente integrado a las prácticas de la vida cotidiana.
Las fuerzas del arte en el nuevo milenio
Los modos de vida del nuevo milenio no hablan de arte como el objeto Arte, no hablan del arte como un sustantivo porque no conciben ni sienten el arte como una cosa ni como una institución. Cuando hablan del arte de algo están indicando el ejercicio de una práctica cultivada. El arte es una cuestión de práctica, del verbo que se utilice en el cultivo de esa práctica. Los modos de vida del nuevo milenio vuelven a utilizar la palabra arte y vuelven a cargar de afecto la fuerza del arte del mismo modo que lo hicieron las tribus, los pueblos y las multitudes de sociedades premodernas alrededor del planeta, siglos atrás: como un aspecto absolutamente integrado a las prácticas de la vida cotidiana.
Las raíces de la palabra arte
La palabra arte viene del latín ars, que a su vez proviene de la raíz ar en el sánscrito antiguo. Originalmente la raíz ar significa armar y así comienza a usarse en el habla de pueblos ancestrales del subcontinente Indio. Con el tiempo aquella raíz lingüística se carga de fuerzas que la adjetivan indicando afectos de destreza y habilidad. La raíz ar fue pasando poco a poco de su naturaleza original como verbo armar y su variante armar hábilmente a sustantivizaciones derivadas como la de construcción habilidosa y con la llegada de los primeros grandes imperios la raíz se extiende en el habla de pueblos de diversas procedencias de Eurasia, empezando a connotar adquisición de destreza. La palabra ars generada por el Latín posibilita la sustantivización definitiva que muchos siglos después la Modernidad volverá una costumbre, cuando las primeras civilizaciones occidentales empiezan a entenderla como conjunto de reglas para el dominio de una disciplina, igual que los antiguos imperios orientales ya lo habían hecho antes. La conversión de la palabra arte en sustantivo se realiza en las sociedades modernas, en las que el arte se vuelve un objeto. La experiencia de vida de la Modernidad y del capitalismo cambian la carga afectiva de la palabra arte hasta limitarla a una cuestión de objetos; no sólo por los objetos artísticos, las obras de Arte que crean los artistas desde el mundo del Arte, sino de hecho por la objetivación misma del arte: el arte como la institución Arte.
El arte es verbo no sustantivo
Cuando utilizamos la palabra arte como si fuera un sustantivo reducimos las posibilidades del arte como fuerza. Hablamos usando la palabra arte como si fuera un sustantivo, cuando en potencia es un verbo: el arte de algo es la práctica de ese algo. El arte de algo, el arte de lo que sea, es la práctica cultivada de esa actividad. Aún así, por más de dos siglos las sociedades modernas alrededor del planeta han usado en el lenguaje la palabra arte como un sustantivo, plasmando a través del habla el afecto de inercia que trae consigo la objetivación de una fuerza, cuando el arte por naturaleza es pura dinámica, es práctica, es estilización, es movimiento, es acción, es verbo.
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