El principal problema de hacer performance en los espacios convencionales del mundo del Arte es que se parte de la base que el arte es un mundo especializado, separado del resto de instancias de la vida social. Los personajes del mundo del Arte aspiran a que la experiencia que se ofrece diluya las fronteras entre arte y vida, pero nada garantiza que eso ocurra. De hecho, la posibilidad de producir esa chispa se vuelve más difícil al interior del mundo del Arte, porque allí adentro hay muy poco del oxígeno del azar. El azar que pone en juego el performance dentro de los espacios del mundo del Arte es siempre un azar controlado, es decir, no es un auténtico azar. Los horarios y los calendarios establecidos, la entrada supervisada, los guardias de seguridad y los códigos de comportamiento mantenidos por los asistentes, las cámaras de vigilancia, la guía de las autoridades, las determinaciones curatoriales, los compromisos de los comisarios, el límite de lo políticamente correcto, la deuda con los patrocinadores, el uso privado incluso hasta de los espacios públicos por parte de las instituciones, es decir, la experiencia entera de las acciones y los performances presentados dentro de los circuitos del mundo del Arte produce un territorio de infertilidad para el azar. Así, las realidades que producen son realidades controladas, un tipo de realidad más débil que la intensa realidad de la vida social compartida afuera, silvestremente, en los espacios naturales de la cotidianidad. El despliegue de arte en tiempo real no es suficiente para garantizar la vitalidad de un intento. Las Artes vivas a veces se sienten muertas a pesar de haber sido experimentadas en vivo y en directo por estar enjauladas en los espacios del mundo del Arte. Pero no es sólo cuestión de salir al exterior, de hacer eventos al aire libre. La libertad de las acciones y las situaciones depende también de estar suelto de los hilos invisibles del capital y los códigos institucionales. Y algo más importante está en juego, lo más importante, de lo que se trata todo: las sensaciones que en potencia pueden incubarse para ser compartidas con la gente que nos rodea. El problema de base es partir de una distinción tácita entre Arte y vida cotidiana, pero el problema de fondo al realizar performance y Arte en vivo a través de los circuitos oficiales del mundo del Arte es que se condiciona la potencia sensorial de los presentes al tratarlos como una audiencia.
El performance como evento del mundo del Arte se presenta, inevitablemente, como una experiencia que parte de una separación clara entre artista y espectador, así la experiencia sea al aire libre, sea efímera, sea interactiva, sea lo que sea. Se aspira a que esa separación se vea diluida en medio de la experiencia, pero todo se concibe, se gestiona, y se rentabiliza partiendo de esa distinción. El término técnico que usa el mundo del Arte para referirse a los espectadores es audiencia, porque así se traduce como un indicador que permite evaluar el éxito de un evento. Las audiencias pueden medirse, compararse, cotizarse, venderse. El mundo del Arte no puede prescindir de ellas. La diferencia entre una acción en la calle y un performance en un espacio del mundo del Arte es que en la calle la acción se siente como la vida que transcurre, mientras en el espacio oficial del mundo del Arte la experiencia se siente como una obra. Y cuando flota todo el tiempo esa conciencia de que se está asistiendo a una obra de Arte se mantiene una distancia, una supuesta distancia crítica, que en realidad disminuye la potencia de las sensaciones debido a la separación implícita entre artistas y espectadores, entre Arte y vida cotidiana, que no permite hacer contacto plenamente con lo que se comparte. Por eso resultan tan valiosos intentos como el del colectivo de danza Afro Mosaic Soul, que en el 2010 performa todos los jueves en la noche sus pases de baile, sus coreografías y sus improvisaciones en las fiestas Libation ofrecidas en el club Sullivan Room de Manhattan, en medio de la gente que sale de noche, como cualquiera, a divertirse. Los bailarines no están en una tarima separados del público, sino confundidos entre la gente, bailando con ella, inyectando energía en la pista de baile. Para artes como el de la danza, el teatro experimental o los live acts musicales la diferencia entre un auditorio y un bar, o entre un teatro y una discoteca al momento de performar, es decir, de entrar en acción presentando lo que han compuesto, es crucial. No es lo mismo performar en un escenario que en una fiesta; los afectos que se ponen en juego en cada caso difieren considerablemente. Pero para artes como el de construir happenings y situaciones la diferencia es total. Cuando se realiza en los espacios naturales de la vida cotidiana se sienten como acontecimientos: como algo intempestivo. Cuando se realizan dentro del mundo del Arte se sienten como la exhibición racional de una obra de Arte. En un bar o en la misma calle, en medio de los flujos urbanos impredecibles, el arte vitaliza la realidad de los días cualquiera.
Afro Mosaic Soul en Libation: http://www.youtube.com/watch?v=MI4l78w6HuE
Afro Mosaic Soul: http://www.myspace.com/afromosaicsoul