Autónomamente explotados



En los siglos XVIII y XIX la autonomía del arte es un proceso revolucionario en tanto posibilita un inmenso despliegue de la creatividad individual y colectiva en la vida social. A través de una creciente autonomía del campo artístico la expresión se libera de las prohibiciones, limitaciones y condicionamientos impuestos tanto en Occidente como en Oriente por los tradicionales poderes con voluntad de dominio, como las monarquías y las iglesias, como las dinastías aristocráticas y las morales religiosas. Sin embargo, ya para el siglo XXI la autonomía del arte no tiene nada de revolucionario ni emancipatorio. La autonomía del arte es un proceso sistémico por naturaleza, y en tiempos de globalización, a pesar de la disolución de las fronteras entre el Arte y la vida cotidiana de las multitudes, la autonomía del campo del Arte se sigue simulando para mantener a las mayorías alejadas de los valores y de las prácticas libertarias de empoderamiento, creatividad, imaginación, experimentación y transformación que el cultivo de cualquier arte ayuda a potenciar. Ni la autonomía ni la independencia son revolucionarias ya, porque ante todo son requisitos que se le exigen a cualquiera en el sistema de vida del mundo globalizado. La libertad de expresión ha llegado a expandir su alcance tan lejos que el Arte ha terminado por ejercer su autonomía frente a todo, inclusive frente a la moral, la única autonomía que debía ser restringida según Kant, ese gran pensador de la autonomía del Arte. Al que más le conviene la autonomía del mundo del Arte es al Sistema, porque así asegura la demanda de un mercado del Arte. Al que más le conviene la autonomía de las voluntades y las expresiones artísticas es al Sistema, porque así asegura la generación de nuevas oportunidades para hacer negocios. Al que más le conviene la autonomía de todos los individuos es al Sistema, porque así asegura la máxima explotación de la energía de la vida humana: la autoexplotación, la explotación de cada uno por nosotros mismos. Ser autónomo en tiempos de globalización es ser eficientes y obedientes por nuestra propia cuenta, sin necesidad de supervisiones externas. Por eso de nada sirve ser autónomo si la vida se vive programada con los valores del Sistema. Los sujetos autónomos en el sistema de vida global no son más que robots eficientes y obedientes a partir de los cuales se reproducen los valores egocéntricos y los afectos interesados del humanismo capitalista.






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