Cuando los campos se compenetran unos con otros




La autonomía del arte produjo como consecuencia en la vida moderna el nacimiento de una institución llamada Arte, un campo de la vida social claramente diferenciado y separado del resto de campos: la cultura, la política, la economía, la religión, etc. La función de la institución Arte es regular el mercado laboral artístico, formado al final del siglo XIX por artistas profesionales actuando autónomamente. Esa racionalidad de la organización especializada de la vida moderna dividida en diferentes campos sociales autónomos entra en crisis en el siglo XXI, cuando todos los campos de la vida social tienden a compenetrarse unos con otros. No se puede ya separar lo estético de lo cultural, ni lo político de lo estético o lo estético de lo económico (¡porque ya ni siquiera se puede separar la naturaleza de los artificios!). El mercado laboral del campo artístico se entremezcla con todo tipo de mercados laborales y se empieza a catalogar como Arte lo que hacen muchos, a pesar de no ser artistas. El campo artístico aún se regocija y se enorgullece de su autonomía sin llegar a apreciar plenamente los alcances de las nuevas realidades vividas en el mundo globalizado: ahora cualquier individuo, autónomamente, puede desplegar artes insospechadas sin tener que pasar oficialmente por los circuitos establecidos ni verse obligado a aceptar las reglas y las condiciones impuestas autónomamente por el mundo del Arte.








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