La reducida vida del Arte con horarios



Pocas veces nos detenemos a pensar lo reducida que es la experiencia del Arte en esta vida capitalista que llevamos, en la que tenemos que ir a pagar dinero para sentirnos vivos un ratico y el Arte se acaba cuando aparecen los créditos de la película, cuando se encienden las luces y la banda anuncia que la siguiente será la última canción, y luego todo vuelve a ser normal, resignándonos a continuar con nuestros trabajos mecanizados, creyendo que el arte lo más lejos que puede llegar en nuestra intimidad es hasta las cobijas de la cama cuando leemos unas páginas de la última novela que compramos del novelista éste, tan nombrado, tan vendido, antes de caer dormidos, exhaustos, para poder despertarnos bien temprano al día siguiente a volver a trabajar. Y no caemos en cuenta de lo reducidos que están los poderes del arte cuando nos acostumbramos a experimentarlo únicamente como parte de las rutinas de la vida social y las instituciones, con los horarios prefijados y los calendarios acordados, el museo abre de tal hora a tal otra y la exposición de la galería es el viernes, pero el cocktail de inauguración es justo a las 9 p.m. y a esa hora también es el performance de la mega estrella de quien había comprado unos tiquetes costosísimos, y así, el Arte nos quita el malestar de la vida cotidiana como pastillas para quitarnos el dolor de cabeza, anhelando apenas comienza la semana que ojalá rápido
sea viernes para poder salir a descansar de este trabajo que tanto nos pesa y salir a sentirnos realmente vivos yendo a experimentar un poco de Arte, como la exposición del gran artista a quien podríamos ir y pedirle un autógrafo, aún cuando no entiendo muy bien qué es lo que pinta, pero dicen que es un gran genio, quién sabe, de pronto puedo vender a buen precio en unos años en Sotheby’s su catálogo autografiado, pero mejor no, porque ya va a empezar el concierto de esta banda de virtuosos por la que soy capaz de dar mi vida, y después de trabajar más de cinco días en un trabajo que no me gusta no estoy como para andar tirando el dinero a la basura comprando tiquetes sin ir al concierto, con lo caros que están. Pocas veces nos detenemos a pensar lo patética que llega a ser la vida normal, la vida normal globalizada, y lo desperdiciados que están los poderes del arte cuando nos conformamos con experimentarlo únicamente en esos sitios especializados del Arte, donde se presentan los grandes artistas que vienen a vendernos cosas. Sólo cuando empezamos a experimentar en carne propia que el arte es una fuerza para electrificar cada cosa que hacemos día a día, sólo allí logramos sentir todo el poder del arte en la vida real. Si el arte no lo estamos haciendo cada uno de nosotros en el trabajo al que nos dedicamos, si el arte no lo estamos experimentando día a día en lo que hacemos, le estamos regalando la vida a la muerte en horario de oficina a cambio de un poco de Arte en nuestro rato libre y en los fines de semana.





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