El arte de robarle besos a la policía



La oficial de policía se mueve con rapidez entre la gente a través de la estación de metro y al acecho se mantienen dos jóvenes chicas, siguiéndola, sin que ella logre notarlo. Justo en el momento en el que toma las escaleras eléctricas que conducen a la salida una de las dos chicas le hace un gesto a la otra, indicándole que el momento adecuado ha llegado. La oficial de policía para, y se queda quieta hacia el lado derecho mientras la escalera sube. Sin dudarlo un instante pero con mucha serenidad la chica avanza por el costado izquierdo de la escalera, y al pisar un escalón más arriba que la oficial de policía gira su cuerpo e inmediatamente se lanza hacia ella y le roba un beso en la boca. La consternación de la oficial de policía es gigantesca, su rechazo es total. En el forcejeo hasta deja caer su gorro ushanka por las escaleras, el cual baja a recuperar indignada. Pero ya es muy tarde. La oficial de policía ya ha sido cazada; la cazadora al acecho fue impecable en su acción. La chica fue lo suficientemente paciente como para esperar a pasar a la acción sólo hasta el momento más adecuado. Fue lo suficientemente astuta y avanzó hacia su caza tan ágil como sigilosamente, para tomarla por sorpresa. Lo suficientemente despiadada como para saltar sobre ella sin titubeo. Y lo suficientemente dulce al besarla por asalto para que no hubiera oportunidad de generar una reacción demasiado violenta. El arte de robarle besos a la policía que aquella chica con destreza ejecuta es una de las artes más bellas de las primeras décadas del siglo XXI. Poesía en la calle, poesía rebelde llevada a la acción y transformada en el acontecimiento de un día cualquiera, en una situación que rompe la normalidad de nuestra vida cotidiana.

Las cazadoras al acecho (incluyendo a la que con una cámara de video escondida filma la acción) fueron identificadas rápidamente por los medios de comunicación como integrantes de Voina, un colectivo ruso involucrado en el arte de la acción callejera, reconocido alrededor del planeta por el fuerte impacto de las situaciones sociales que producen. Los medios difunden los videos facilitados por quienes dan el golpe, que aparecen como la prueba de un intento concreto y sostenido: durante los dos primeros meses de 2011 un puñado de chicas se lanzan al acecho a robarle besos en la boca a mujeres oficiales de policía de Moscú, consiguiendo cientos de besos robados a la autoridad en espacio público, a la luz de todos, y unos buenos cuantos registrados en video, como el de las chicas en las escaleras eléctricas de la estación de metro. La osadía de robarle un beso a una oficial de policía a veces resulta unas veces mejor que otras, pero la chica que lo consigue en las escaleras lo hace de la manera más certera. La clave estuvo en haberse entregado en su intento: en haberse puesto al acecho. Para conseguir ese beso hace falta cazar a un policía, cazar a un cazador. Un golpe poético más en las calles de la Rusia capitalista hacía pensar que Voina había atacado de nuevo. Sin embargo, pocos notaron que las frecuencias, los colores y los afectos de este acto eran mucho más finos y sutiles que los que caracterizan las radicales acciones de Voina. La acción difundida como Kiss debris exhala una anarquía mucho más juguetona que la agresiva lucha antiautoritaria de Voina, un halo de energía distinto. Pocos días después de la difusión de los videos Voina publicó una declaración afirmando que no tenían nada que ver con aquella acción. Al parecer, fueron algunas ex-integrantes que terminaron como miembros disidentes las que llevaron a cabo la acción, pero muchas de ellas probablemente no han hecho nunca parte de él. Se trata más del contagio que grupos como Voina logran causar en una sociedad, igual que cien años atrás Dadá comenzó a hacerlo. Muchas otras acciones se han efectuado falsamente en nombre de Voina, o erróneamente se les atribuye la responsabilidad de cosas que no han hecho, como el acto de soltar cientos de cucarachas en la sala de un juzgado de Moscú en el año 2010, llevado a cabo por un ex-integrante expulsado por el grupo años atrás. Pero como Michel Foucault alguna vez hizo caer en cuenta, al momento de abrazar una creación el autor es lo de menos. El acontecimiento radica en la recuperación de la calle y los espacios de la vida cotidiana como lugares privilegiados para pasar a la acción generando situaciones.

Kiss debris asesta un golpe de gracia que deja a cualquier autoridad desarmada: besarla en la boca. No es casualidad que tantos creyeran que el golpe había sido realizado por Voina, ya que la palabra voina en ruso significa guerra; por eso todas sus acciones están tan políticamente cargadas. Igual, las chicas de los besos también desafían la autoridad actuando como guerreras; confrontan el miedo de los ciudadanos hacia la policía robándoles besos frente a todo el mundo. Kiss debris plasma toda la plenitud del poder del arte en el siglo XXI: el arte como una cuestión de pasar a la acción en la vida cotidiana. Frente a la tendencia institucional hegemónica rotulada como Artes vivas, que constituye un nicho más del mercado del Arte, la acción callejera aparece como un soplo de vida en medio del asfixiante dominio del mundo del Arte, el cual ha terminado por desvitalizar y normalizar la acción artística y el arte performativo a través de su integración a los espacios convencionales y a los valores del sistema de vida capitalista. Mientras las acciones artísticas que promociona el mundo del Arte cada vez resultan más inofensivas, acciones como ésta o como las de Voina, acciones callejeras en pleno flujo de la vida social, vuelven a incendiar el alma y a inflamar el espíritu a la vez que dejan respirar otro aire, otros valores, otras fuerzas. Desde su nacimiento en el año 2007 Voina ha confrontado el abuso de poder de las autoridades y las instituciones del régimen capitalista ruso a través de acciones callejeras de alto impacto con las cuales se intentan abrir espacios de macro visibilidad a los problemas que combaten. Pero la mística de su arrojo ha desbordado las fronteras de su propio país inspirando acción en la calle en ciudades de los cinco continentes por colectivos emergentes de diversas partes del planeta.






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