El arte de los cultivos urbanos

Hort del Xino. El Raval, Barcelona, 2011.


No es casualidad el auge de los cultivos urbanos en las sociedades globalizadas: cultivar vuelve a ser de nuevo una fuerza vital al momento de hacer tejido social en el nuevo milenio. Se trata de una iniciativa minoritaria frente a los poderes hegemónicos del capital, pero cada vez la minoría se hace más poderosa. La práctica contemporánea llamada jardinería de guerrilla se ha propagado alrededor del planeta con una fuerza formidable, plantando, no sólo la enseñanza de su técnica, sino sobre todo su ethos, su ética. La conexión entre las fuerzas de paz del cultivo y las fuerzas de subversión de la guerra de guerrillas se inaugura a partir de una joven artista que toma la iniciativa de invitar a un grupo de amigos de su zona residencial en el Lower East Side de Manhattan en 1973 a limpiar y ocupar un terreno vacante inutilizado, el cual convierten en el primer jardín comunitario de toda una serie de intervenciones que estarían por desencadenarse. El nombre de la joven artista es Liz Christy, y el colectivo que gracias a ella nace se da a conocer bajo el apelativo de Green Guerrillas. Desde entonces, la jardinería de guerrilla no ha parado sus procesos de propagación y reproducción, brotando en pequeñas localidades e incluso aún más en medio de los grandes centros urbanos del planeta. Jardinería nueva, jardinería de guerrilla, ya que los jardines se cultivan en propiedades ajenas, propiedades abandonadas por el Estado, por la especulación del capital privado o por ambas cosas. Una política de combate a los valores del sistema capitalista ha terminado por engendrarse en este tipo de jardinería, más allá de cualquier determinación ideológica, aun cuando la jardinería de guerrilla ha producido reterritorializaciones del tipo de cooperación con las instituciones, el cabildeo de políticas públicas o la fundación de organizaciones, y por supuesto, jardines públicos bautizados con el propio nombre Liz Christy. Al margen de cualquier prejuicio, la jardinería de guerrilla genera a la vez las redes institucionales como las iniciativas autogestionadas a partir de la cuales se promueven nuevos modos de vida, desde campañas por los derechos de acceso a la tierra como The land is ours en la Inglaterra de la década de 1990 hasta movimientos reivindicatorios de reformas agrarias en Brasil como el del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, de larga tradición marxista desde la década de 1970, que ahora más que nunca encuentra interlocución sintonizándose con estas iniciativas, actos de terrorismo poético, como aquél del colectivo Reclaim the streets que convoca a cientos de personas en el año 2000 a plantar flores y vegetales en pleno Parliament Square de Londres, hasta el nacimiento en ese mismo centro capitalista de una eco aldea como la de Kew Bridge en el año de 2009, la cual dura un año en pleno funcionamiento antes del desalojamiento de todos sus habitantes. En Londres será más notorio, pero esto mismo está pasando por todo el planeta. Los jardines urbanos autogestionados plasman, como pocas otras actividades, el acontecimiento que se abre en el siglo XXI: la compenetración entre las fuerzas del arte y las fuerzas del cultivo. El poder del cultivo retorna a la vida social con el aire de los tiempos del nuevo mileno.









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