La pretensión ontológica del Arte como experiencia superior



“El mundo del Arte se erige frente al mundo real, de alguna manera, como la Ciudad de Dios se erige frente a la Ciudad terrena”.

Arthur Danto, El mundo del Arte.


Que la cocina de El Bulli constituya el gran acontecimiento de Kassel en el 2007, en última instancia, sólo deja ver el déficit de acontecimientos que generan hoy eventos como Documenta o cualquier otro gran evento del mundo del Arte. El acontecimiento de El Bulli se captura, y luego se institucionaliza hasta convertirse en otro trámite más, otra muestra del procedimiento de turno: la integración de acontecimientos ajenos al mundo del Arte al Sistema por medio de mecanismos institucionales de legitimación y su consecuente capitalización. La cocina de El Bulli constituye un acontecimiento porque las experiencias que genera rompen con cualquier historia vivida por las sociedades conocidas hasta el momento. Todos los periodos históricos bajo dominios de tipo imperial han producido experiencias culinarias excelsas y sofisticadas, desde los imperios de la Antigüedad hasta las monarquías absolutistas más recientes. Pero las creaciones culinarias que El Bulli realiza se salen de cualquier parámetro hasta ahora conocido al ser usadas como agente de experimentación multisensorial y reflexión intelectual. Creaciones absolutamente originales, de esas que no se veían desde la época dorada del Arte moderno, innovadoras, sorprendentes y a la vez posmodernas hasta la médula, confundiendo la naturaleza con el artificio, confundiendo el gran Arte con las actividades de la vida cotidiana; ese es el gran Arte del siglo XXI: el que se vende como actividad de la vida cotidiana pero en realidad consiste en una experiencia exclusiva y prácticamente inaccesible para las multitudes

Frecuentemente se usa la palabra minoría para hablar del público que accede a El Bulli. Sin embargo, como Guattari y Deleuze hacen ver, lo minoritario constituye una fuga del modelo, un devenir de la regla, mientras que El Bulli, aun intentando permanecer alejado de las mayorías, se convierte a la vez en un modelo a seguir, en la regla que sienta nuevos patrones. El Arte de El Bulli no es un arte menor, es un Arte elitista. Y en ello radica su mayor poder de fascinación. El mundo del Arte puede coquetear con todos los ámbitos de la vida social, pero su misión es hacer mantener el estatus de superioridad que el relato del Arte posee en la vida social al menos desde final del Renacimiento. La continuación del relato del Arte como experiencia superior devela las raíces previas a la modernidad del Arte como mecanismo de dominación, aunque en realidad no ha parado de renovarse hasta nuestros días, cuando valores occidentales como el del Arte han terminado globalizados. Así puede verse que, aún bajo la ilusión democrática contemporánea, un autor como Danto no tenga reparo en hablar de los artistas como una comunidad de elegidos, tal como se refiere a ellos en su obra insigne, La transfiguración del lugar común, donde habla de la transfiguración de la experiencia ordinaria en obra de Arte, esa interpretación transformativa que hace pasar una cosa de una categoría ontológica a otra. En palabras del propio Danto, “es algo parecido al bautismo, en el sentido de que da una nueva identidad, una participación en la comunidad de los elegidos. Es el apoyo lógico sobre el que una mera cosa se eleva al reino del arte”. La transfiguración es una noción religiosa que designa un acto de revelación: el estado de gloria de un cuerpo se revela y deja ver lo que normalmente no puede verse. Con un sentido de autoridad muy parecido al de las religiones, el mundo del Arte detenta el poder de revelación de la obra de Arte en medio del flujo habitual de las experiencias de la vida cotidiana

Según la teoría de los indiscernibles de Danto, la indiscernibilidad entre una experiencia ordinaria y una obra de Arte, formalmente, puede ser absoluta, y aun así, el estatus social de una frente a la otra seguiría siendo muy distinto. “Podemos construir homólogos ontológicamente distintos, pero sensorialmente indiscernibles”, según Danto, plasmando fielmente la perspectiva del mundo del Arte, desde la cual la vida ordinaria, ontológicamente, constituye una categoría inferior, y el Arte, una categoría existencial superior. Para él hay objetos de primera y segunda categoría, “subiendo peldaños en la escala del ser”, en esa especie de movilidad social artística que posibilitan las instituciones del mundo del Arte. Cuando algo se convierte en Arte es como si volviera a nacer, bautizado en nombre del Arte, tal como si hubiera devenido algo superior, algo elevado por encima de la vida ordinaria. “Por eso la moda, la artesanía, la alta cocina, la cría de perros o cosas semejantes no son arte”, dice Danto. Pero el gran Arte es mucho más que un tipo de mercancía costosa o exclusiva, o al menos de eso se trata. El gran Arte necesita lo sublime. Y en ese aspecto El Bulli, en medio de la ausencia de lo sublime al interior de los ámbitos propios del mundo del Arte, viene a llenar un vacío invaluable con su creatividad desbordante, con sus experiencias asombrosas, con sus sensaciones abrumadoras, con su estilo único de ponerse en contacto con el infinito. Sin embargo, a pesar de la singularidad irrepetible que constituye El Bulli, existen cientos, miles de experiencias culinarias sublimes y todas ellas proporcionan siempre la capacidad de percepción integral de los sentidos. El Bulli no ha creado ninguna nueva forma de Arte porque la integración de todos los sentidos la ofrece la experiencia de comer por naturaleza. El Bulli crea un Arte único, distinto al arte de la cocina. Desde tiempos inmemoriales, se habla de un arte de comer, desplegado primero en las sociedades orientales ancestrales, que abre paso a sus versiones occidentales posteriores, la del arte de la cocina y el arte culinario. El Bulli ya era arte mucho antes de que le otorgaran el título de Arte, pero el título de arte con mayúsculas, de gran Arte, lo hace mucho más valioso en el sistema de vida global. “Ser una obra de arte es un predicado honorífico”, dice Danto. Ganar el título de gran Arte es casi ganar un título nobiliario.

La mayor de todas las paradojas en el caso de la cocina de El Bulli es que su vanguardia ayuda a seguir manteniendo la distinción entre Arte y cultura. El Arte por un lado, la cultura por el otro: cada cosa “en su sitio”, a la manera de Clement Greenberg, quien a mitad del siglo XX aún se atrevía a decir: “Parece que esas cosas se han separado para siempre”. En el siglo XXI todas las esferas de la vida social se confunden entre sí, a pesar de que las instituciones se esfuerzan en seguir manteniendo la ilusión de orden del sistema global. Las contradicciones del capitalismo son hoy más rentables que nunca. El mundo del Arte se vanagloria de abrazar las Estéticas de la vida cotidiana, pero sistemáticamente se preocupa en el fondo por continuar separando el Arte de la vida diaria y distinguiendo el Arte de lo popular y las artes populares. No es que la cocina se haya convertido en la nueva vanguardia, ni mucho menos: al mundo del Arte no le interesa la cocina, le interesan los simulacros de vanguardia que la cocina pueda ofrecer, porque allí puede encontrarse la próxima obra de Arte, y con un poco de suerte, algún genio más después de Adrià y después de El Bulli. Pero de resto, cada cosa deberá seguir “en su sitio”: la cocina de la vida cotidiana como actividad ordinaria de la cultura, y el Arte en otra parte, el Arte arriba, elevado por encima de lo demás. La ontología sigue estando en función de la economía política. El sistema de vida capitalista en tiempos de estetización generalizada necesita seguir manteniendo esa jerarquización: que haya unos objetos ontológicamente superiores a otros y que la sociedad lo acepte. Es vital para que la sociedad acepte que haya jerarquizaciones entre los seres humanos, que haya categorías de personas, y que se toleren los niveles superiores de vida de unos sobre otros, lo que Michel Foucault llama el gobierno de las vidas de unos por otros. El sistema de vida necesita seguir manteniendo una escala del ser para así mantener el orden establecido, el statu quo. Por encima de la cocina cotidiana está la Alta cocina, y por encima de la Alta cocina está la cocina de vanguardia, pero por encima de todo parece estar El Bulli. Más elevada que la cultura es el Arte, y más elevado que el Arte sólo es el Arte de los grandes genios y las grandes obras maestras. Mientras el Imperio del capital se mantenga en pie seguirá viva la ilusión de que existe algo llamado Arte, más elevado y más sublime que todo lo demás. “El Arte en lugar de Dios”, tal como alguna vez pensó Jean-François Lyotard. El Arte constituye un dispositivo del sistema de vida capitalista, un sofisticado dispositivo de reproducción y legitimación del orden establecido. Pero antes de cumplir funciones más actuales, el dispositivo se implanta con una función básica, mediante la cual se mantienen las líneas de continuidad de la institución Arte formada entre El Renacimiento y la Ilustración, que a pesar de muchos cambios, se heredan hasta nuestros días.

La función básica del Arte como institución de la vida moderna es mantener su distinción con respecto a las demás manifestaciones de la cultura. Una función que se hace cada vez más difícil de cumplir en medio de la estetización generalizada de las sociedades globalizadas, pero que en el fondo se sigue demandando. El sistema capitalista global es el gran beneficiado de esa contradicción vivida en la cultura globalizada: por una parte se estetizan todos los procesos de la vida social; y por otra, las instituciones siguen demandando mantener la distinción entre el Arte y la cultura. La estetización generalizada posibilita la explotación económica de cualquier instancia de la vida social, por eso el Sistema la alimenta sin remordimientos. Y en el fondo se mantiene la separación entre Arte y cultura, pero sólo en los espacios más convenientes, en los espacios de más prestigio dentro de los circuitos del mundo del Arte, que ya no son espacios específicos sino espacios abiertos a la diferencia, sistemas abiertos de captura de la diversidad. El Bulli ingresa al mundo del Arte para cumplir su función más básica como institución, quizá, también su función más clásica: separar el gran Arte, en este caso concreto la cocina de vanguardia, de la cultura en general, por ejemplo, el arte de la cocina en los espacios de la vida cotidiana. En una época en la que las altas culturas y las culturas populares se retroalimentan constantemente las unas entre las otras, llega El Bulli para marcar la excepción y presentarse con orgullo como nuevo ejemplo de gran Arte distinguido claramente de lo popular y lo cotidiano. El propio Ferran Adrià explica así el propósito de su experimentación en el curso Feeding Thought, un curso concentrado no en el arte de la cocina sino en el Arte de El Bulli. En la sesión inaugural, Adrià afirma que la cocina de vanguardia intenta diferenciarse de “la artesanía” de la cocina de la vida diaria. “La cocina de casa y la cocina tradicional tienen una historia, pero yo quiero una nueva historia, la historia de la cocina de la creatividad y la vanguardia”. En medio del ambiente simulado de multiculturalidad y de pluralidad diversa, el gobierno de las vidas de unos sobre otros se sigue encarnando a través de distinciones de gusto. En tiempos de globalización ya no puede hablarse de buen y mal gusto, pero el gusto por lo exclusivo, por lo elevado, por lo simbólicamente categorizado como superior, no para de renovarse y reterritorializarse en tiempos de capitalismo tardío. Por encima de la Alta cocina y por encima de la Alta cultura está el Arte excelso, sublime, inalcanzable como el Arte de El Bulli. En las sociedades con fuertes desequilibrios en las relaciones de poder siempre resulta necesario contar con algún tipo de Arte que parezca imposible de alcanzar por las multitudes, un tipo de Arte que no se pueda volver popular tan fácilmente. “La cocina de vanguardia no puede llegar a la calle”, sostiene Adrià.

“Hay obras de arte indiscutibles”, dice Danto. El Bulli parece ser una de ellas. No sólo es un asunto de calidad incuestionable, que tanto le hace falta al mundo del Arte en una época en la que el Arte contemporáneo se caracteriza por su débil capacidad de generar acontecimientos. Es sobre todo un asunto de gloria, de grandeza, de hegemonía. Al fin una nueva oportunidad de que el Arte se muestre inalcanzable en medio de tanta vida ordinaria poblando los propios circuitos del mundo del Arte. El Bulli es una en un millón: una ocasión única para que el Arte pueda seguir vendiéndose como experiencia superior en el siglo XXI. El Bulli no es una singularidad cualquiera sino una experiencia superior de la cultura globalizada, y como tal se vende en la sociedad. Para contrarrestar su imagen elitista El Bulli ha creado paralelamente la Fundación Alicia, que con el apoyo de Caixa Manresa y la Generalitat de Catalunya intenta incidir en las dinámicas sociales “iniciando programas para una mejor alimentación, realizando estudios para comprender mejor la historia de la alimentación y de la gastronomía”, entre otros proyectos. Pero la experiencia de El Bulli se mantiene inalcanzable: ni por medio de la Fundación Alicia, ni Caixa Social, ni ninguna otra institución se logra llevarle a la gente la experiencia real absoluta, la de sentarse a la mesa a probar sus creaciones culinarias. Siempre está la oportunidad de intentar preparar las recetas de Ferran Adrià en nuestra propia casa, ya que todas las recetas de El Bulli son de acceso público a través de la Web. Sin embargo, es más fácil empezar a experimentar con creaciones hechas por nosotros mismos, porque es casi imposible contar con la clase de ingredientes y la tecnología de la que hace uso El Bulli en su cocina. El Bulli realmente sólo se puede experimentar sentándose a la mesa a probar sus platos. Y a pesar de que casi nadie puede experimentarlos, no se para de hablar de ellos. La imagen más clara del simulacro en el que El Bulli mismo se ha convertido en la cultura globalizada la constituye el curso Feeding Thought, un programa académico basado en la experiencia de la cocina de Ferran Adrià y El Bulli, desde el cual los estudiantes inscritos se dedican a pensar dicha experiencia… ¡sin experimentar en ningún momento la comida! Según Clement Greenberg, “el juicio crítico descansa en la regla de que la calidad en arte no puede ser ni investigada ni probada por la lógica o el discurso. Sólo la experiencia gobierna en esta área” y, añade Danto, “la experiencia de tener la experiencia”. Ese es el poder de Ferran Adrià y El Bulli: nos hacen hablar de ellos sin que todavía hayamos olido ni probado ninguno de sus platos.


Enlaces


El Bulli: http://www.elbulli.com/

Síntesis de la cocina de El Bulli: http://www.elbulli.com/sintesis/index.php?lang=es

Documenta 12 de Kassel 2007: http://es.wikipedia.org/wiki/Documenta_12

Cooking and science, a conversation on creativity: http://www.mrsec.harvard.edu/research/nugget_65.php

Science and Cooking: From Haute Cuisine to the Science of Soft Matter: http://www.seas.harvard.edu/cooking

El caso Ferran Adrià en la Escuela de Negocios de la Harvard Business School: http://hbswk.hbs.edu/item/6105.html

Feeding Thought – Comer y pensar, Universidad Autónoma de Barcelona: http://web.me.com/gerardvilar/Gramaticas/Feeding_Thought.html

“Aquí el arte no está sólo en los museos”. Ferran Adrià como imagen de Marca España: http://www.uaav.org/wordpress/archives/3465

Gastronomía molecular: www.moleculargastronomynetwork.com


Bibliografía


Acerca del mundo del Arte:
Arthur Danto, El mundo del Arte. The artworld: http://estetika.ff.cuni.cz/files/Danto.pdf

Acerca de la transfiguración del lugar común y la teoría de los indiscernibles:
Arthur Danto, La transfiguración del lugar común. Una filosofía del arte. Paidós Estética. Barcelona, 2002.

Acerca del Arte en tiempos posthistóricos:
Arthur Danto, Después del fin del arte. El arte contemporáneo y el linde de la historia. Paidós. Barcelona, 1999.

Acerca de los candidatos de apreciación y la teoría institucional del Arte:
George Dickie, El círculo del arte. Una teoría del arte. Paidos. Barcelona, 2005.

Acerca del artista como genio:
Immanuel Kant, Crítica del juicio. Espasa-Calpe. Madrid, 1999.

Acerca de la distinción entre Arte y Cultura:
Clement Greenberg, Cultura en general. En Arte y Cultura. Paidós Ibérica. Barcelona, 2002.

Acerca de la necesidad de la experiencia para los juicios críticos:
Clement Greenberg, The collected essays and criticism Volume 4: Modernism with a vengeance. University of Chicago Press, Chicago, 1993.

Acerca de la Estética relacional:
Nicolas Bourriaud, Estética relacional. Adriana Hidalgo Editorial. Buenos Aires, 2007.

Acerca de la Estética de lo cotidiano:
Andrew Light / Jonathan M. Smith, (Eds.), The Aesthetics of Everyday Life. Columbia U.P. Nueva York, 2005.
Yuriko Saito, Everyday Aesthetics. Oxford U.P. Oxford. 2010.

Acerca de la diferencia entre Arte moderno y vanguardias artísticas:
Peter Bürger, Teoría de la vanguardia, Península. Buenos Aires, 1987.
Jurgen Habermas, La modernidad un proyecto incompleto: http://www.cenart.gob.mx/datalab/download/Habermas.pdf

Acerca del presente perpetuo:
Fredric Jameson, Teoría de la posmodernidad. Trotta, Madrid, 1998.

Acerca de las sociedades de consumo:
Jean Baudrillard, La sociedad de consumo. Siglo XXI. México, 1970.

Acerca del Arte como distinción social:
Jean Baudrillard, El sistema de los objetos. Siglo XXI. México, 1969.
Pierre Bourdieu, La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Taurus. Madrid, 1999.

Acerca de los simulacros y la simulación:
Jean Baudrillard, Cultura y simulacro. Kairós, Barcelona, 1988.
_____________, El crimen perfecto. Anagrama, Barcelona, 1996.

Acerca de la condición transestética de las sociedades contemporáneas:
Jean Baudrillard, Transparency of evil. Verso, London, 1993.

Acerca de la especulación del mercado del Arte:
Jean Baudrillard, El complot del arte. Amorrortu. Buenos Aires, 2006.

Acerca del éxtasis de la comunicación:
Jean Baudrillard. El éxtasis de la comunicación. En Hal Foster (Ed.), La Postmodernidad. Kairós. Barcelona, 1985.

Acerca de la fetichización del valor de uso y las condiciones significantes de la cultura:
Jean Baudrillard, Crítica de la economía política del signo. Siglo XXI. México, 1974.

Acerca de la feticihización del valor de cambio y las condiciones materiales de existencia:
Karl Marx, El capital. Tres volúmenes. Fondo de Cultura Económica. México, 1973.

Acerca de las relaciones de poder:
Gilles Deleuze, Foucault. Paidos, Barcelona, 1987.
Michel Foucault, Historia de la sexualidad volumen I: La voluntad de saber. Siglo XXI, México, 1979.
_____________, Vigilar y castigar. Siglo XXI, México, 1978.
_____________, El sujeto y el poder. Carpe Diem, Bogotá, 1991.
_____________, Estrategias de poder. Paidos, Barcelona, 1999.

Acerca del gobierno y la gubernamentalidad:
Michel Foucault, La gubernamentalidad, ¿Es inútil sublevarse? y Nacimiento de la biopolítica. En Estética, ética y hermenéutica. Paidos, Barcelona, 1999.

Acerca del arte menor y de las minorías:
Gilles Deleuze / Félix Guattari, Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos, Valencia, 1992.
________________________, Kafka. Por una literatura menor. Ediciones Era. México, 1978.

Acerca de la deconstrucción:
Jacques Derrida, La deconstrucción en las fronteras de la filosofía. Paidós, Barcelona, 1989.
_____________, La diseminación. Fundamentos, Madrid, 1985.

Acerca de la diferencia entre estilo y lenguaje:
Gilles Deleuze / Félix Guattari, Postulados de la lingüística. En Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos, Valencia, 1992.

Acerca de qué es un dispositivo:
Gilles Deleuze, ¿Qué es un dispositivo?. En Michel Foucault, filósofo. E. Balbier, G. Deleuze, H. L. Dreyfus y otros. Gedisa, Barcelona, 1990.

“El Arte en lugar de Dios”:
Jean Francois Lyotard, Moralidades posmodernas. Taurus, Madrid, 1998.

Acerca de El Bulli:
Vicente Todolí / Richard Hamilton (Eds.), Comer para pensar, pensar para comer. Actar. Barcelona, 2009.







Datos personales

Mi foto
contact blue flame: contact@overdriveelectro.net