La concepción hegemónica del Arte en las sociedades contemporáneas, desde la cual se equipara generalizadamente el arte con lo que ofrece el mundo del Arte, se vuelve cada vez más débil en tanto el siglo XXI se despliega. Cada nueva generación se hace más indiferente a la valoración tradicional del Arte como producto elevado de la sociedad, a la vez que se habitúa a usar familiarmente el arte en la cotidianidad. A pesar de que el Arte sigue funcionando como uno de los mega-relatos fundamentales del sistema de vida de la globalización, para las nuevas generaciones el arte cada vez es menos un valor encumbrado y cada vez más es una costumbre frecuente en la vida cotidiana. Otra concepción del arte emerge: una concepción heterogénea del arte con respecto a la concepción dominante promovida por las instituciones del mundo del Arte. Efectivamente, un nuevo concepto de arte ha nacido. Pero el concepto es lo que menos importa: el concepto sólo es la abstracción de unas fuerzas que están en el aire que respiramos, en esa atmósfera de intensidades inmanente a nuestra realidad social que Deleuze llamaba aire de los tiempos. Lo que realmente importa son los modos y las formas en que las nuevas generaciones del siglo XXI encarnan a través de sus vivencias y de las situaciones sociales que comparten esa nueva concepción del arte. Lo valioso y lo importante, lo útil y lo enriquecedor, es sentir cómo la concepción emergente del arte actualiza una constelación de fuerzas virtualmente expandidas a través de todo el planeta. La única manera de valorar la utilidad de un concepto es a partir de su capacidad de resonancia con los acontecimientos vividos en nuestro tiempo. Los modos de vida más actuales forman y transforman su concepción del arte porque la concepción hegemónica ya no resuena con las vidas que se están viviendo, mientras que la concepción emergente del arte resuena con mucha más fuerza con las actuales condiciones, los actuales problemas y también las actuales oportunidades vitales. Porque resuena con el acontecimiento que se desencadena.
¿En qué consiste el acontecimiento con el cual resuena la concepción actual del arte? Lo verdaderamente nuevo en el siglo XXI es la emergencia de nuevas formas de vida humana. Emergen y desaparecen formas de vida de todo tipo, pero en tanto especie dominante sobre el planeta en los últimos doscientos años las transformaciones de la vida humana resultan cruciales para el porvenir de muchas otras especies y formas de vida, sobre todo aquellas que devinieron recursos de explotación. Desde que una especie humana empieza a desligarse de otros tipos de homínidos hace doscientos mil años, sus formas de vida no han cesado de variar, cambiar, hasta mutar incluso, dependiendo de sus circunstancias geográficas, históricas y medioambientales. La forma de vida Hombre sobre la cual se funda todo el sistema de vida capitalista, es una forma de vida reciente, como nos hace ver Foucault en Las palabras y las cosas. Apenas desde el final del siglo XVIII se empieza a pensar la vida humana a través de la forma Hombre, justamente por la misma época en que por primera vez se habla de los Derechos del Hombre. El Hombre es la forma de vida concebida como una individualidad centrada, como un sujeto, y los Derechos del Hombre constituyen la formalización y la institucionalización de esa concepción. El Hombre, por lo tanto, no es una naturaleza humana que haya trascendido a través de todos los tiempos y de todas las civilizaciones, como las instituciones del sistema de vida hacen creer, sino una forma histórica, una construcción cultural que no ha existido siempre, y por lo tanto, inevitablemente, no por siempre existirá. Entonces podría apostarse a que el hombre se borraría, como en los límites del mar un rostro de arena, escribe Foucault, anticipando el máximo acontecimiento de la vida humana en el nuevo milenio. Pero, ¿qué quiere decir Foucault cuando dice que no hay por qué llorar la muerte del Hombre? se pregunta Deleuze en su libro Foucault, después de que el último añadiera en el ensayo ¿Qué es un autor? la frase “contengamos nuestras lágrimas…” ¿Acaso es una mala noticia, necesariamente, el agotamiento de la forma de vida Hombre en las sociedades humanas? En efecto, pregunta Deleuze, ¿ha sido buena esa forma?
La forma de vida Hombre constituye la forma de vida del sistema capitalista. El correlato de la Humanidad es el capitalismo y viceversa: cada uno es condición del otro mega-relato. El capitalismo, más que un modo de producción y más que un sistema de vida, es sobre todo una ética, una manera de usar la libertad. La ética capitalista es una ética egoísta, tal como el mismo Adam Smith la describió, basada en el interés propio y la búsqueda del beneficio personal. Esa ética egoísta al momento de usar la libertad que el mismo capitalismo ha ayudado a conseguir es lo que define la forma de vida del sistema capitalista, un sistema que ha devenido algo más que internacional, un sistema que ha terminado por desplegarse a escala global en el planeta Tierra y su atmósfera, la realización del mercado universal anticipada por Marx en forma de aldea global. La forma de vida capitalista constituye una realidad compartida por miles de millones de vidas en el planeta, independientemente de los pueblos y las naciones de su procedencia. Es la forma de vida hegemónica a escala planetaria: todas las culturas, por más diversas que sean, son unidas en un mismo mega-relato, el de la Humanidad, todas las diferencias son integradas en un mismo sistema. En eso consiste exactamente la Globalización: en el proceso de integración de todas las relaciones planetarias en un único Sistema. La forma de vida capitalista se encuentra codificada por el sistema capitalista global, el conjunto de relatos y dispositivos que conforman los límites a las libertades humanas en el presente. El Arte, ese valor supremo que erige el mundo autónomo del Arte, constituye uno de los dispositivos fundamentales del sistema capitalista global. Tanto es así, que se mantiene como uno de los pocos relatos con pretensión de universalidad en el siglo XXI, es decir, como uno de los pocos mega-relatos de la cultura globalizada. El Arte, tal como el mundo del Arte lo ha definido, es un circuito en el Sistema. El Arte, ese relato que se presume a sí mismo como un oficio superior, tal como lo caracteriza Allan Kaprow, no constituye una salida emancipatoria al Sistema. De hecho, el Arte es la forma mediante la cual el Sistema funciona.
Las tecnologías del yo del sistema capitalista funcionan en tiempos de globalización bajo un modelo estético. El modelo hermenéutico de conformación de sujetos que rige la modernidad, basados en el conocimiento de uno mismo, se encabalga con el modelo estético que se abre con la posmodernidad, el cual recupera el principio de estilización de la existencia como motor de las relaciones consigo mismo del individuo en medio de la aldea global. Las sociedades globalizadas no funcionan como sociedades disciplinarias basadas en códigos estrictos, a pesar de que varias codificaciones y regímenes autoritarios se mantengan. Las realidades disciplinarias se insertan en un nuevo sistema mucho más amplio en tiempos de globalización. Las sociedades que forma la biopolítica del sistema capitalista en tiempos de globalización son sociedades de control, tal como Foucault las intuye, precisamente, para distinguir la actualidad de algún presente que aún pueda mantenerse. Deleuze, primero, acuñando del todo el término, y más tarde Hardt y Negri, retoman el estudio de nuestras actuales sociedades de control, haciendo ver cómo se muestran más abiertas, más incluyentes y más flexibles, para justamente expandir al máximo el despliegue del poder biopolítico de producción modelada de la vida conforme a las necesidades del sistema capitalista. Los mecanismos de gobierno se tornan aún más democráticos, siguiendo a Hardt y a Negri, y así, los poderes dominantes logran modelar la subjetividad del individuo capitalista hacia un estado de alineación autónoma del sentido de la vida y el deseo de la creatividad. A partir de una misma forma de vida, de un mismo sistema de vida capitalista, el individuo del siglo XXI está en libertad de escoger su modo de vida. Una cantidad ilimitada de modos de vida conviven en el mismo sistema de vida capitalista, desde vegetarianos hasta carnívoros, desde espirituales hasta pragmáticos, desde conservadores hasta radicales, todos los modos posibles en un orden global multicultural coexisten. Aun así, si funcionan en última instancia como individualidades centradas en sí mismas, cumplen el requisito fundamental para integrarse al sistema de vida capitalista y la ética egoísta de un individualismo interesado. Muchos modos diferentes derivados de una misma forma de vida, aunque los individuos sientan que son únicos y originales, porque eso es lo que el sistema de vida necesita hacer creer. El encuéntrate a ti mismo que rigió las sociedades al final del siglo XX deviene cada vez más un hazte a ti mismo como precepto dominante sobre el modo de entablar las relaciones de subjetivación por parte de las generaciones del siglo XXI. De nuevo una estética de la existencia se propaga en las formaciones sociales, pero ahora lo hace como el modelo del sistema de vida capitalista en tiempos de globalización, una máquina de crear egos y de crear conformidad con la limitada libertad que supone tener la capacidad de moldear nuestras propias vidas.
Los controles constituyen una modulación, una suerte de moldeado autodeformante que cambia constantemente y a cada instante, dice Deleuze, explicando cómo el sistema capitalista recurre a un modelo estético para el despliegue de su biopolítica, porque ahora más que nunca necesita hacer sentir libre al ciudadano de la aldea global, y para ello le entrega de lleno el poder de moldearse una y otra vez, cuantas veces quiera, con tal de que se mantenga centrado en su Yo, el Yo que necesita, el Yo que consume. El capitalismo del siglo XXI logra prescindir de las subjetividades basadas en una identidad fija, y promueve la modulación continua de los procesos de subjetivación, eso sí, centrados en el ego. Algo así como lo que Jean Baudrillard llamó sujeto fractal. El ciudadano de la aldea global estiliza su vida a diario; así se siente más libre, se siente más al comando de su propia existencia. Esa es la gran ilusión del individuo contemporáneo en medio de las Moralidades posmodernas, como Jean-François Lyotard describió. La estetización generalizada del sistema de vida global es una condición inevitable de nuestras sociedades, más que nada, por la voluntad de estetización de la vida por parte de las propias vidas. Deleuze habla de las posibilidades de que en nuestro tiempo la regla eficiente mediante la cual opera el sistema de vida devenga estética, igual que en la Antigüedad. Con ello alude al modelo que sirve de guía a la producción de la vida social a través del cual se ejercen las relaciones de poder que afectan los procesos de subjetivación, justo eso que Foucault llamaba los pliegues de sujeción. Deleuze sugiere que la regla eficiente racional, la regla propia de las sociedades modernas, se encabalga en las sociedades de control globalizadas con una regla eficiente estética. Es decir, el modelo de producción biopolítico de nuestro tiempo deviene estético. Las tecnologías del yo del capitalismo global operan hoy estéticamente, generando la estilización de la existencia de los individuos y los estilos de vida compartidos por los colectivos. La producción modelada de la vida, la biopolítica, el régimen de imposición de fuerzas del sistema capitalista funciona ahora a través de toda una serie de principios estéticos inspirados en el arte. La estética de la existencia es el modelo de la biopolítica en tiempos de estetización generalizada. Esa es la gran astucia del capitalismo tardío, su golpe de gracia, la clave de su conquista global, como hace ver Baudrillard. La estética de la existencia, que hasta los mismos Foucault y Deleuze vieron emancipadora, es develada gracias a Baudrillard y Lyotard como la estrategia adoptada por el capitalismo tardío para su despliegue total a escala planetaria. Estética generalizada. Gran operación de este fin de siglo, del siguiente tal vez, declara Lyotard en 1993. Desde entonces, su diagnóstico no ha parado de evidenciarse. La estética de la existencia ha sido absorbida por la estetización generalizada del sistema global.
La estetización generalizada consiste en una invasión de las fuerzas relacionadas con lo estético sobre todos los territorios y todas las instancias de la vida social. Dentro de las muchas fuerzas posibles al menos seis se relacionan por naturaleza con el poder de lo estético: estilizar, expresar, componer, degustar, imaginar y sentir. El estilo, la expresión, la composición, el gusto, la imagen y la sensación: esos son los seis problemas estéticos básicos, independientemente de cualquier disciplina Estética. La estetización generalizada implica muchas transformaciones en la realidad social que se modelan a partir de criterios estéticos. La vida se vuelve cuestión de estilo. La expresión se convierte en necesidad básica. La composición se populariza como práctica. El gusto reemplaza a la razón como regulador vital. La imagen se vuelve preeminente en todas las dimensiones de la vida social, incluyendo la producción de subjetividad. La sensación deviene una prioridad vital en las experiencias de las sociedades hedonistas del capitalismo de consumo. La estética de la existencia del capitalismo tardío es más que la causa eficiente de la estetización generalizada vivida en tiempos de globalización: también constituye su causa material, su causa formal y su causa final. La estetización generalizada condiciona todos los tipos de pliegues, esos que se llegan a trazar en Foucault: los diversos tipos de relación del individuo consigo mismo. La estética de la existencia sistémica de la globalización afecta los modos y las formas en que se intervienen los cuerpos. Afecta la potencia de libertad de los individuos y los colectivos. Afecta lo que creemos que es la verdad acerca de nosotros mismos. Afecta incluso los sentidos de la vida y la muerte para las culturas de las que hacemos parte. Afecta todos los ríos del infierno, afecta en toda su magnitud las posibilidades de vida de las que hablaba Nietzsche. Hoy el arte sirve de modelo para reforzar la hegemonía de la forma de vida capitalista. La estética de la existencia en las sociedades de control hace que se use arte mayoritariamente para que cada uno de nosotros nos hagamos nuestra propia vida capitalista. Llevamos estilos de vida por el reconocimiento y el prestigio que suscitan. Nos expresamos compulsivamente a través de blogs y de redes sociales para alimentar continuamente nuestra historia personal. Desarrollamos nuestra creatividad en el trabajo porque las propias empresas que nos emplean así lo demandan. Aumentamos el ánimo de lucro sobre el arte que hacemos concentrándonos en nuestro beneficio personal. Alardeamos de nuestros gustos para mantener nuestro estatus social. Cuidamos nuestra imagen para poder ser exitosos. Soñamos con ser ricos y famosos para experimentar los placeres del hedonismo egoísta que exhiben nuestros héroes, los artistas millonarios, las estrellas de cine y los rockstars. El egocentrismo del humanismo capitalista se encarna a plenitud a través de vidas estetizadas.
La forma de vida capitalista del siglo XXI es intrínsecamente estética. Ahora el Sistema es el que demanda que estilicemos nuestra existencia. El capitalismo posibilita y propicia el que tengamos que hacernos a nosotros mismos. Autopoiesis cultural generalizada, que aumenta las ilusiones de libertad del individuo contemporáneo. Qué libres nos sentimos en una época en la que podemos personalizar desde nuestro IPhone hasta nuestro automóvil, sin darnos cuenta de cómo se modelan nuestras vidas. Como afirma Cristoph Menke, el sujeto consumista idealiza su autorrealización estético-creativa en una cultura en la que la autorrealización suplanta la idea de la verdad. Esa es la realidad de las sociedades globalizadas, ese es el estado de cosas presente en nuestro tiempo. Pero la estetización generalizada no se puede intentar revertir invocando un regreso a la valoración del Arte como un producto social elevado. Ante la imposibilidad de volver a la realidad de la modernidad del siglo XIX, ya ni siquiera el mundo del Arte insiste en promover la autonomía del Arte. De hecho, se satisface plenamente comenzando el siglo XXI al explotar su potencia relacional que le permite circular legítimamente a través de todas los campos sociales, claro está, mientras se sigue realizando una autonomía absoluta del mercado del Arte, tal como Baudrillard la ha visto, en la cual también se legitima la especulación con los precios de las obras y los servicios que el mundo del Arte vende. La teoría crítica del siglo XXI busca una salida a la autonomía del arte burguesa y la adaptación consumista, usando los propios términos de Menke, retornando a la hegemonía de un Arte que se distingue claramente de los gustos populares. La teoría crítica contemporánea enfoca su ataque al subjetivismo posmoderno de las sociedades de control, y propone un anti-gusto, a la manera de la dialéctica negativa de Adorno. Sin embargo, resulta un enigma poder comprender cómo se puede seguir a Adorno en el siglo XXI sin caer en el fascismo. El exceso de autoridad, el fascismo, no sólo proviene por parte del Sistema; a veces también viene de la mano de algunos de los que se dedican a combatirlo. El desprecio tanto por las artes como por los gustos populares por parte de los críticos no resulta útil, ni constructivo, ni enriquecedor en un estado de cosas tal como en el que estamos. Los subjetivismos encarnados en las culturas populares no sólo plasman los mecanismos mediante los cuales el Sistema lleva a cabo sus capturas; también plasman potencias indeterminadas e ilimitadas. Para fugarnos del Sistema no hay que de dar marcha atrás sino terminar de acelerar hasta salir al otro lado, como dice Baudrillard. El afuera se hace agujereando desde adentro, nos enseñan Deleuze y Guattari, quienes se atreven a hacernos pensar que el problema no está en consumir, sino en que aún no hayamos consumido lo suficiente.
Hace falta abrir la dialéctica negativa hacia la positividad de la realidad, y para ello hace falta un pensamiento de la multiplicidad, como el de Deleuze y Guattari. En lugar de permanecer buscando aún la objetividad en contra del subjetivismo hay que despojarse de una buena vez por todas de cualquier voluntad de verdad, como Nietzsche y Foucault han enseñado, porque detrás de toda cruzada por la verdad objetiva hay siempre algún fascismo o una voluntad de dominio. A la sin salida de la teoría crítica en el siglo XXI vale la pena responder mejor con un pensamiento radical, como el que despliega Baudrillard, ajeno a cualquier resolución del mundo en el sentido de una realidad objetiva y de su desciframiento. Las tomas de conciencia no resultan suficientes para liberarnos de los límites impuestos por la sociedad de consumo capitalista. La única salida es aprender a descubrir los potenciales ocultos en el estado de cosas vividos. Aprender a usar la materia y la energía de la estetización generalizada desplegada, aprovechar esta liberación de la subjetividad al máximo reciclando sus valores y sus prácticas para la creación de nuevos valores y nuevas prácticas, efectuar un detournement sobre la estética de la existencia capitalista y darle la vuelta hasta generar artes de vida heterogéneas. Aprender, en suma, a sublimar la energía de nuestra vida cotidiana valorando todas sus instancias sin prejuicios, sin preconceptos, sin ningún tipo de jerarquizaciones, sin importar qué tan comunes, qué tan ordinarias, o qué tan populares sean. Por lo tanto, en los actuales estados de cosas de las sociedades globalizadas del siglo XXI no sólo se hallan las fuerzas que limitan nuestra vida, sino también las fuerzas que traen consigo la potencia de empoderarnos. Si bien la estetización generalizada constituye el macro proceso a través del cual el capitalismo sostiene su hegemonía al despuntar un nuevo milenio, también constituye las condiciones de posibilidad de emergencia de formas de vida heterogéneas con respecto a la forma de vida capitalista. Y allí radica el gran acontecimiento con el cual resuena la concepción emergente del arte en el milenio que comienza a abrirse: en la emergencia de otras formas de vida humana, no sólo nuevas con respecto al capitalismo, sino en plena resonancia con las fuerzas más valiosas de las formas de vida ancestrales.
El gran problema del arte en tiempos de globalización es la engañosa equivalencia que la cultura capitalista hace del arte con el mundo del Arte. La gran urgencia contemporánea del arte es la de recuperar su potencia de provecho y empoderamiento de la vida social, debido a la urgencia humana principal de mejorar las condiciones de vida de las multitudes afectadas por el exceso de conflictos sociales y medioambientales en nuestro tiempo. El gran acontecimiento del arte en el siglo XXI es que deja de ser una esfera autónoma separada del resto de la vida social, y resonando con los orígenes del arte en las culturas ancestrales, vuelve a convertirse no sólo en una fuerza presente en todos los ámbitos sociales, sino también en una fuerza generadora de creación de formas de vida heterogéneas. Lo que se siembra en mayo del 68 es la inquietud por intentar vivir la vida de otra forma. Eso es lo que atraviesa a toda la contracultura que a partir de los años 60 no ha parado de multiplicarse por todas partes del planeta: una inquietud por poder experimentar la vida, realmente, no sólo de otro modo, sino radicalmente, de otra forma. Es en medio de ese aire de los tiempos que se engendra la concepción emergente del arte en el siglo XXI, es en medio de esos intentos de vida que comienza a reconfigurarse el uso del arte en las sociedades capitalistas, cuando unas minorías influidas por las vanguardias modernas y las artes de vida ancestrales se atrevieron a recuperar las fuerzas primordiales del arte sin la regulación y la administración que de ellas venía haciendo el mundo del Arte. La frase la imaginación al poder pintada en muros de muchas ciudades despierta la inquietud del potencial libertario del arte en muchas otras. La formación de centros sociales, comunas, y comunidades por parte de las tribus sociales que se liberan constituyen puestas en práctica del arte en una absoluta integración con el quehacer de la vida diaria. Las artes vivas, las artes ecológicas y las artes no objetuales que se despliegan desde la década de 1960 recuperan el poder performativo y situacional del arte en las prácticas de la vida social a la vez que abren territorios de valoración distintos a los del objeto de arte como mercancía. Woodstock trae de vuelta el poder ritualístico de celebración de la vida a través del arte, recuperando la importancia del festival y el carnaval en las vidas urbanas. Los grafitis y las intervenciones callejeras en los disturbios de mayo del 68 le abren paso a toda una nueva dimensión de la expresión y la composición a través del street art. Los años 60 del siglo XX detonan la bomba, pero como hace ver Deleuze en El pliegue, el acontecimiento es una criba electromagnética que despliega su red en las nuevas historias que inaugura, alterando el campo de fuerzas, posibilitando nuevas posibilidades a partir de ese momento. El acontecimiento es una vibración, dice Deleuze, y efectivamente, lo más importante son las resonancias que han seguido creciendo desde mayo del 68 hasta nuestros días. Ondas en expansión de intensidades, valores y afectos que van tejiendo los hilos invisibles e intangibles de la concepción heterogénea del arte que hoy se hace tangible en los rincones de nuestras ciudades, como la jardinería de guerrilla de la década de 1970 que inspira una nueva complicidad entre el arte y el cultivo, como las tribus y las subculturas que nacen con el punk y las demás manifestaciones de experimentación en artes hechas desde el garaje, como toda la ética del Hazlo tú mismo que se propaga alrededor de los cinco continentes desde la década de 1980, como la recuperación del arte usado directamente para entrar en trance y entrar en contacto con las fuerzas místicas (igual que los rituales de baile más ancestrales) de los raves, como el arte digital que se multiplica desde la década de 1990 en las habitaciones de cientos de países con jóvenes creando vídeos, producciones audiovisuales y multimedia a partir de software y computadores personales, abriéndole paso al room art y todas las tendencias que explotan en la década del 2000 cuando las redes sociales a través de Internet y las nuevas tecnologías posibilitan unas nuevas condiciones de interactividad que terminan por disolver las últimas fronteras entre la alta cultura y la cultura popular y, sobre todo, entre artistas y espectadores, entre productores y consumidores.
El umbral de interactividad que se cruza en las primeras décadas del siglo XXI abre todo un nuevo espectro de posibilidades, a la vez que genera crisis irreversibles en el funcionamiento de los circuitos del mundo del Arte, como las crisis de las industrias culturales que dominaron los negocios de las artes en el siglo XX, la crisis de la industria musical, editorial y cinematográfica a raíz de la libre circulación de información a través de las redes sociales virtuales. Son tantas las posibilidades que se abren hoy, que hasta el propio mundo del Arte se ve incapaz ya de explicar lo que está pasando. Incapaz de explicar que hoy el arte se le escapó de las manos al mundo del Arte y sus instituciones. Es en este momento cuando la concepción emergente del arte del siglo XXI resuena más que nunca con las ondas expansivas del acontecimiento. La concepción que emerge resulta, a la vez tan consistente y tan amplia, que cualquier tipo de expresión, práctica o actividad pueden llegar a ser pensadas, sentidas y valoradas como arte. Son minorías radicales las que engendran la nueva concepción, pero la concepción no le pertenece a ella ni a sus artes. La concepción va más allá de los gustos estéticos o las posturas políticas, la concepción que hoy emerge se va expandiendo, se va extendiendo, como la criba, enredándose cósmicamente con todo lo que aparece por ahí. Cualquier acción, cualquier práctica, cualquier tipo de arte se puede concebir como la experimentación de sensaciones a través del cultivo de una práctica. Desde el retorno a los instrumentos tradicionales y su mezcla con las nuevas tecnologías por parte de la música indie en la década del 2000, hasta el desarrollo de las técnicas de programación digital más avanzadas, como la televisión y los videojuegos tridimensionales e interactivos, detrás de cada una de sus experiencias hay una práctica que ha sido cultivada, y además, hay un campo de perceptos y de afectos generados por medio del cual se experimenta con las sensaciones. El arte en el siglo XXI se ve desde la imagen del cultivo y de la experimentación de sensaciones de una forma mucho más natural y aterrizada que la ficticia elevación que vende el mundo del Arte con sus discursos de genios y obras maestras, y los precios de sus mercancías y sus entradas. Sobre todo, la concepción del arte como experimentación de sensaciones a través del cultivo de una práctica se siente mucho más sintonizada con la realidad social de nuestros días, con todas las urgencias que las crisis desencadenan y las nuevas oportunidades que de ellas surgen.
Desde el arte de crear situaciones incendiarias como las del colectivo Voina hasta el arte de incendiar las salas y las arenas de Gogol Bordelo, desde el arte de iluminar espacios públicos con instalaciones de bajo presupuesto de Luz Interruptus hasta el arte de visualizar los beats y las frecuencias con mezcla de imagen digital en vivo de Weird Core, desde el arte de despertar sonrisas con la estética cándida y colorida de los productos de diseño de Tokidoki hasta el arte de despertar sonrojos con la poesía ordinaria y lasciva de Residente de Calle 13, todas las artes del siglo XXI constituyen experimentación con sensaciones y remiten al cultivo de unas prácticas en particular, tradicionales o inéditas, artesanales o tecnológicamente innovadoras, pero siempre prácticas que se cultivan con rigor hasta desplegar un arte a partir de ellas. No necesariamente todas las prácticas que se cultivan son vitalistas, también se pueden cultivar prácticas para hacer sentir el vacío o la muerte, como el arte de la autodestrucción que se genera con las fotografías que documentan las experiencias de metanfetaminas y prostitución de Antoine D´Agata o el arte de sumergirse en la oscuridad a través de sintetizadores y chopped and screwed del witch house de Salem. Tanto las fuerzas más luminosas como las más oscuras pueden invocarse a través de una práctica cultivada, tanto el bien como el mal se puede sembrar, sólo depende del intento y de las circunstancias. Pero la potencia revolucionaria de la concepción emergente del arte en el siglo XXI es una realidad inmanente a la experiencia de la globalización, y radica en la capacidad de engendrar nuevas sensibilidades humanas. Y viceversa: muchos adquieren la sensibilidad del arte como cultivo de una práctica a través de lo que hacen sin llegar nunca a conceptualizarlo, pero así sea inconscientemente, allí mismo se está engendrando una reconceptualización. Las nuevas formas de vida más allá del individualismo capitalista y el humanismo egocéntrico, sobre todo las más arriesgadas, las que se atreven a renunciar al principio antropocéntrico, se realizan mediante el despliegue de concepciones heterogéneas de la vida y sensibilidades heterogéneas del diario vivir. Ni los valores elitistas del mundo del Arte ni la ética capitalista son convenientes en condiciones como las actuales, en las que a lo largo y ancho del planeta se desatan graves conflictos por la escasez de recursos y los movimientos y los reacomodamientos de la Tierra nos colocan aquí y allá en situaciones más precarias que esas a las que estábamos acostumbrados.
La concepción y la sensibilidad del arte como cultivo de prácticas potencia una relación con la naturaleza más cercana a la ancestral, en la que la naturaleza no se intenta dominar sino se aprende a convivir con ella. Las intensas transformaciones naturales del planeta hacen que lo ecológico condicione la política y la economía del siglo XXI, ese es el gran acontecimiento de todos los acontecimientos planetarios. Y es la pertinencia de Las tres ecologías de Félix Guattari, la mental, la social y la medioambiental, las condiciones básicas para aprender a consumir con pasión voraz pero sin interés egoísta. Frente a las actuales crisis ecológicas se vuelve a poner el arte al servicio de la vida. El arte también podrá seguir siendo una buena estrategia para generar conflictos, y así propiciar equilibrios y desequilibrios en las relaciones de poder, pero las crisis de recursos y las adversidades medioambientales nos hacen recuperar la humildad de desarrollar artes a través de las prácticas más sencillas, más ordinarias, más cotidianas. El arte es cuestión de dar vida, de engendrar sensaciones (así sea la del soplo del espanto, como del que hablaba Lyotard). Entre más viva esté una cosa o un intento, más arte se habrá desplegado. Darle vida al vacío, darle vida hasta a la sensación de la muerte. El arte es una fuente de vida. El arte es un conjuro contra la muerte. En tiempos de grandes desafíos vitales el arte vuelve a ser cuestión de vida o muerte, así sea para la salvar la vida con unos cuantos trazos o componiendo una sencilla canción. La concepción emergente del arte se hace evidente con el 2012, aquí y ahora, con las sensibilidades de otras formas de vida, con otras visiones y otros devenires heterogéneos. Ya no hay que esperar un pueblo por venir, porque ya está aquí, con nosotros y entre nosotros. Está despertando, afectado por la vibración del acontecimiento. El acontecimiento no es una opción: lo intempestivo nos acontece, no hay escapatoria. Se trata de cómo respondemos a sus desafíos y sus oportunidades. El poder de una concepción del arte que no dependa del mundo del Arte es el de ayudarnos a experimentar acontecimientos en nuestra vida. Sólo así, cuando creemos de verdad que cualquiera puede hacer arte cultivando alguna práctica, ayudamos a que cualquiera pueda vivir y experimentar acontecimientos en su vida. En eso consiste usar el arte como cultivo de otras formas de vida. En usar el arte para empoderarnos y empoderar a los seres que nos rodean. No se trata de una perspectiva idealista en tiempos de conflictos y escasez de recursos como los nuestros: es lo más práctico que podemos hacer por nuestra vida. La concepción del arte que hoy emerge no es institucional, pero tampoco es idealista; es absolutamente práctica. Es por pragmatismo que las vidas se lanzan cada vez más a cultivar artes: para generar otras fuentes de subsistencia, y sobre todo, para generar fuentes de vida directa.
A pesar de todo, el concepto de arte que usemos siempre será menos importante que lo que llegamos a sentir en las experiencias de arte en las que nos involucremos. La pregunta útil nunca será: ¿es arte? La pregunta más útil es: ¿me hace vibrar?, y ¿qué puedo hacer con esta potencia que me queda después de la experiencia? Razón tenía Hans-Georg Gadamer cuando decía que después de una experiencia de arte uno ya no es el mismo. Pero la razón no importa tanto, y uno es lo de menos. No hay nada que interpretar. Está todo por sentir. La clave de la transmutación de la energía de la estetización generalizada en arte está en cultivar prácticas que nos saquen de la rutina desde la misma cotidianidad. Así se interviene el acontecimiento. Todo es cuestión de vibración, todo es cuestión de ritmo. Félix Guattari da la mejor clave para entrar en sintonía con el nuevo milenio: hay que cambiar de música. Guattari ve la potencia del arte en cualquier parte, en una clase para niños tanto como en una reivindicación callejera. Consciente de los estados de cosas en el sistema capitalista global, diagnostica poco antes de morir que el umbral decisivo en la constitución de este nuevo paradigma estético reside en la aptitud de estos procesos de creación para autoafirmarse como foco existencial, como máquina autopoiética. Sin embargo, a diferencia de la lógica del Sistema, Guattari ve en el arte posibilidades para otro tipo de estética de la existencia distinta a la capitalista, al generar una producción de afectos y de perceptos que tenderá cada vez más a excentrarse respecto de los marcos y las coordenadas preformadas. El enemigo no es lo popular o lo cotidiano; si acaso, el problema sería lo normal y la normalización. Pero en realidad, el problema es el ego. Ese es el único enemigo para las artes de vida. Por eso Guattari afirma que el proceso precede a la heterogénesis del ser: porque antes de ser podemos estar. El arte es para estar aquí ahora, el arte es para elevarnos desde nuestra experiencia. El arte no es lo elevado, lo único elevado son las fuerzas cósmicas con las cuales nos conecta. ¿Cómo elevarnos? Esa es la pregunta definitiva detrás de cada intento de arte. Por eso el arte ya no es más una cuestión de ser artistas ni de hacer obras de arte. Se trata más de poder aprender a resonar con los demás, para que las sensaciones no se queden sólo en el que las ejecuta. El arte ya no es cuestión de genios ni obras maestras, sino de intentos, de intentos que pueden ser emprendidos por cualquiera. El arte se cultiva, y las genialidades brotan a partir de lo que se siembra. La concepción emergente del arte en el siglo XXI se encarna en la vida de las minorías al despuntar los tiempos de transformación a los que asistimos. Hasta los hombres más infames, esos de los que hablaba Foucault, hacen uso del arte hoy para sentir un soplo de vida. Aquí y ahora están los hombres infames de nuestro tiempo, el Inquieto, el Inconforme, el Cualquiera. Nosotros devenimos ellos y ellos están ya por todos lados, y ni siquiera quieren ser artistas pero igual están haciendo arte, invocando la vida, conjurando la muerte.
Bibliografía y enlaces
Acerca de la diferencia entre el presente y la actualidad:
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Acerca de cómo se construye un concepto:
Gilles Deleuze / Félix Guattari, ¿Qué es la filosofía? Anagrama, Barcelona, 1993.
Acerca de la composición de sensaciones:
Gilles Deleuze / Félix Guattari, Percepto, afecto y concepto. En ¿Qué es la filosofía? Anagrama, Barcelona, 1993.
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Acerca del cultivo:
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Acerca de la experimentación:
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Acerca del concepto de mundo del Arte:
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Acerca del concepto de Arte según el mundo del Arte:
Arthur Danto, La transfiguración del lugar común. Una filosofía del arte. Paidós Estética. Barcelona, 2002.
Acerca de que hoy cualquier cosa puede ser Arte:
Arthur Danto, Después del fin del arte. El arte contemporáneo y el linde de la historia. Paidós. Barcelona, 1999.
Acerca de la teoría institucional del Arte:
George Dickie, El círculo del arte. Una teoría del arte. Paidos. Barcelona, 2005.
Acerca de los fundamentos del concepto de Arte según el mundo del Arte:
Immanuel Kant, Crítica del juicio. Espasa-Calpe. Madrid, 1999.
Acerca de la distinción entre Arte y Cultura:
Clement Greenberg, Arte y Cultura. Paidós Ibérica. Barcelona, 2002.
________________,The collected essays and criticism Volume 4: Modernism with a vengeance. University of Chicago Press, Chicago, 1993.
Acerca de la formación histórica de la autonomía del Arte:
Arnold Hauser, Historia social de la literatura y el arte. Tres Tomos. Debate, Madrid, 1998.
Acerca de la diferencia entre arte, técnica, práctica y poesía en la Antigüedad:
Platón, El Banquete: http://es.scribd.com/doc/392890/El-Banquete-Platon
Acerca del No-Arte, el No-Artista y la desartización posmoderna:
Allan Kaprow, Essays on the blurring of art and life. University of California Press. Berkeley, 1993.
Acerca de la reconceptualización del arte a partir de las vanguardias:
Harold Rosenberg, The de-definition of art. Collier. New York, 1972.
Acerca del capitalismo en tiempos de globalización:
Michael Hardt / Antonio Negri, Imperio. Desde abajo, Bogotá, 2001.
Acerca del capitalismo y la información:
Manuel Castells, La Era de la Información: Economía, Sociedad y Cultura. Tres tomos. México, Siglo XXI, 1999.
Acerca de las contradicciones culturales del capitalismo y las sociedades hedonistas:
Daniel Bell, Las contradicciones culturales del capitalismo. Alianza Editorial. México, 1977.
Richard Sennett, Narcisismo y cultura moderna. Kairós. 1980.
Gilles Lipovetsky, La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Anagrama, Barcelona, 1986.
Acerca de la acumulación del capital en la imagen:
Guy Debord, La sociedad del espectáculo. Anagrama. Barcelona, 1990.
Acerca del capitalismo y la estetización generalizada:
Jean Baudrillard, La transparencia del mal. Anagrama, Barcelona, 1993.
Jean Francois Lyotard, Moralidades posmodernas. Taurus, Madrid, 1998.
Acerca de la autonomía absoluta del mercado del Arte:
Jean Baudrillard, El complot del arte. Amorrortu. Buenos Aires, 2006.
Acerca del presente perpetuo:
Fredric Jameson, Teoría de la posmodernidad. Trotta, Madrid, 1998.
Acerca de la estética de la existencia:
Michel Foucault, Historia de la sexualidad volumen II: El uso de los placeres. Siglo XXI, México, 1986.
_____________ , Estética, ética y hermenéutica. Paidos, Barcelona, 1999.
Gilles Deleuze, Foucault. Paidos, Barcelona, 1987.
____________, Conversaciones. Pre-Textos, Valencia, 1999.
Acerca de la producción de subjetividad:
Félix Guattari, Cartografías esquizoanalíticas. Manantial. Buenos Aires, 2000.
___________, Caosmosis. Manantial, Buenos Aires, 1996.
___________, Plan sobre el planeta. Capitalismo mundial integrado y revoluciones moleculares. Traficantes de sueños. Madrid, 2004.
Michel Foucault, Historia de la sexualidad volumen II: El uso de los placeres. Siglo XXI, México, 1986.
_____________, Historia de la sexualidad volumen III: El cuidado de sí. Siglo XXI, México, 1986.
____________, Tecnologías del yo. Paidos, Barcelona, 1990.
Gilles Deleuze, Filosofía crítica de Kant. Cátedra, Madrid, 1990.
____________, Foucault. Paidos, Barcelona, 1987.
____________, Conversaciones. Pre-Textos, Valencia, 1999.
____________, El pliegue. Paidos, Barcelona, 2000.
Jean Baudrillard, El sujeto fractal. En VV.AA., Videoculturas de fin de siglo. Cátedra. Madrid, 1990.
Acerca de la biopolítica:
Michel Foucault, Derecho de muerte y poder sobre la vida. En Historia de la sexualidad volumen I: La voluntad de saber. Siglo XXI, México, 1979.
Michael Hardt / Antonio Negri, Producción biopolítica. En Imperio. Desde abajo, Bogotá, 2001.
Acerca de las sociedades de control:
Gilles Deleuze, Post-scriptum sobre las sociedades de control. En Conversaciones. Pre-Textos, Valencia, 1999.
Michael Hardt / Antonio Negri, Producción biopolítica. En Imperio. Desde abajo, Bogotá, 2001.
Michel Foucault, Saber y verdad. La Piqueta. Madrid, 1991.
Acerca de pensar la sociedad a partir de sus líneas de fuga:
Gilles Deleuze / Félix Guattari, Micropolítica y segmentaridad. En Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos, Valencia, 1992.
Acerca del suelo de pensamiento:
Michel Foucault, Las palabras y las cosas. Siglo XXI, México, 1998.
Acerca de la forma de vida Hombre y la muerte del Hombre:
Gilles Deleuze, Sobre la muerte del Hombre y el superhombre. En Foucault. Paidos, Barcelona, 1987.
Michel Foucault, Las palabras y las cosas. Siglo XXI, México, 1998.
______________, ¿Qué es un autor?: http://148.206.53.230/revistasuam/dialectica/include/getdoc.php?id=286&article=305&mode=pdf
Acerca de qué es un acontecimiento:
Gilles Deleuze, ¿Qué es un acontecimiento? En El pliegue. Paidos, Barcelona, 2000.
Acerca de qué es una experiencia :
Michel Foucault, Historia de la sexualidad volumen II: El uso de los placeres. Siglo XXI, México, 1986.
Acerca de la arqueología de las problematizaciones:
Michel Foucault, La arqueología del saber. Siglo XXI, México, 1996.
Michel Foucault, El orden del discurso. Tusquets, Barcelona, 1996.
Acerca de la genealogía de las prácticas:
Michel Foucault, Nietzsche, la genealogía, la historia. Pre-Textos, Valencia, 1992.
Friedrich Nietzsche, La genealogía de la moral. Alianza. Madrid, 1994.
Acerca de la dialéctica negativa y la desartización moderna:
Theodor Adorno, Dialéctica Negativa. Taurus. Madrid, 1995.
_____________, Teoría estética. Orbis. Barcelona, 1983
Acerca del anti-gusto de la teoría crítica en el siglo XXI:
Cristoph Menke, Otro tipo de gusto. Ni autonomía ni consumo de masas. Revista Enrahonar 46, 2011.
http://web.me.com/gerardvilar/MTGramaticas/Feeding_Thought_files/Menke,%20C.%20-%20Gusto.pdf
Acerca de la multiplicidad más allá de la dialéctica:
Gilles Deleuze, Nietzsche y la filosofía. Anagrama, Barcelona, 1993.
Gilles Deleuze / Félix Guattari, Rizoma. En Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos, Valencia, 1992.
Acerca del pensamiento radical:
Jean Baudrillard, El pensamiento radical. En El crimen perfecto. Anagrama, Barcelona, 1996.
Acerca del pensamiento más allá de la epistemología sujeto-objeto:
Gilles Deleuze / Félix Guattari, Geofilosofía. En ¿Qué es la filosofía? Anagrama, Barcelona, 1993.
Jean Baudrillard, Ni sujeto ni objeto. En Cultura y simulacro. Kairós, Barcelona, 1988.
Acerca de los isomorfismos:
Gilles Deleuze / Félix Guattari, Aparato de captura. En Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos, Valencia, 1992.
Acerca del aire de los tiempos:
Gilles Deleuze, La isla desierta y otros textos. Pre-Textos. Valencia, 2005.
Acerca de la voluntad de verdad:
Michel Foucault, Foucault. En Estética, ética y hermenéutica. Paidos, Barcelona, 1999.
Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal. Grafidco. Buenos Aires, 2006.
Acerca de las posibilidades de existencia:
Friedrich Nietzsche, Ecce Homo. Alianza. Madrid, 2003.
Acerca de la aldea global:
Marshall Mc Luhan, La galaxia de Gutenberg. Planeta de Agostini. México, 1985.
Acerca de la autopoiesis:
Humberto Maturana y Francisco Varela, De Máquinas y Seres Vivos: Una teoría sobre la organización biológica. Editorial Universitaria. Santiago de Chile, 1995.
Niklas Luhmann, Organización y decisión, autopoiesis y entendimiento comunicativo. Anthropos. Barcelona, 1997.
Acerca de la estética relacional:
Nicolas Bourriaud, Estética relacional. Adriana Hidalgo Editoria. Buenos Aires, 2007.
Acerca del arte más allá de lo sublime:
Jean Francois Lyotard, The Sublime and the Avant-Garde y After the Sublime, the State of Aesthetics. En The Inhuman. Stanford, Oxford, 1988.
Acerca del afuera de donde vienen todas las fuerzas:
Gilles Deleuze, Foucault. Paidos, Barcelona, 1987.
Michel Foucault, El pensamiento del afuera. Pre-Textos, Valencia, 2002.
Maurice Blanchot, El espacio literario. Paidos. Barcelona, 2004.
Acerca de no ser el mismo después de experimentar el arte:
Hans Georg-Gadamer, Estética y hermenéutica. Tecnos. Madrid, 2006.
Acerca del soplo del espanto:
Jean Francois Lyotard, Música, Mútica. En Moralidades posmodernas. Taurus, Madrid, 1998.
Acerca de la concepción del arte y las artes de vida en tiempos ancestrales:
Daisetz T. Suzuki, Budismo Zen. Kairos. Barcelona, 1993.
Philip Rawson / László Legeza, Tao: the Chinese philosophy of time and change. Singapore ,1978.
Philip Rawson, The art of Tantra. Thames and Hudson. Singapore ,1978.
Acerca de los saltos cuánticos:
Osho, Sintonizarse con la existencia. Norma. Bogotá, 2006.
Acerca de la ecología mental, social y medioambiental:
Félix Guattari, Las tres ecologías. Pre-Textos. Valencia, 2000.
Acerca de Mayo del 68:
Félix Guattari / Antonio Negri, Verdades Nómadas. Akal Madrid, 1999.
Acerca del terrorismo poético:
Hakim Bey, T.A.Z. Zona Temporalmente Autónoma. Talasa. Madrid, 1996.
“El capitalismo lleva en sí mismo los gérmenes de su propia destrucción”:
Karl Marx, El dieciocho brumario de Luis Bonaparte. Alianza Editorial. Madrid, 2002.
“Acaso algún día el siglo será deleuziano…”
Michel Foucault, Theatrum Philosophicum:
http://es.scribd.com/doc/23103471/Foucault-Theatrum-Philosophicum-articulo